Fuentes Literarias en ILITVRGI FORVM IVLIVM: Citas de Autores, Itineraria y Epigrafia

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Liv., 23, 49 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 23. 49. Ubi ea dies venit, ad conducendum tres societates aderant hominum undeuiginti, quorum duo postulata fuere, unum ut militia uacarent dum in eo publico essent, alterum ut quae in naves imposuissent ab hostium tempestatisque vi publico periculo essent. Utroque impetrato conduxerunt privataque pecunia res publica administrata est. Ii mores eaque caritas patriae per omnes ordines velut tenore uno pertinebat. Quemadmodum conducta omnia magno animo sunt, sic summa fide praebita, nec quicquam [parcius milites quam] si ex opulento aerario, ut quondam, alerentur. Cum hi commeatus venerunt, Iliturgi oppidum ab Hasdrubale ac Magone et Hannibale Bomilcaris filio ob defectionem ad Romanos oppugnabatur. Inter haec trina castra hostium Scipiones cum in urbem sociorum magno certamine ac strage obsistentium pervenissent, frumentum, cvius inopia erat, advexerunt, cohortatique oppidanos, ut eodem animo moenia tutarentur quo pro se pugnantem Romanum exercitum vidissent, ad castra maxima oppugnanda, quibus Hasdrubal praeerat, ducunt. Eodem et duo duces et duo exercitus Carthaginiensium, ibi rem summam agi cernentes, convenerunt. Itaque eruptione e castris pugnatum est. Sexaginta hostium milia eo die in pugna fuerunt, sedecim circa [ab] Romanis; tamen adeo haud dubia victoria fuit, ut plures numero quam ipsi erant Romani hostium occiderint, ceperint amplius tria milia hominum, paulo minus mille equorum, undesexaginta militaria signa, septem elephantos, quinque in proelio occisis, trinisque eo die castris potiti sint. Iliturgi obsidione liberato ad Intibili oppugnandum Punici exercitus traducti suppletis copiis ex provincia, ut quae maxime omnium belli auida, modo praeda aut merces esset, et tum iuventute abundante. Iterum signis conlatis eadem fortuna utriusque partis pugnatum. Supra tredecim milia hostium caesa, supra duo milia capta cum signis duobus et quadraginta et nouem elephantis. Tum vero omnes prope Hispaniae populi ad Romanos defecerunt, multoque maiores ea aestate in Hispania quam in Italia res gestae. 23. 49. Al llegar la fecha señalada concurrieron a la adjudicación tres sociedades de diecinueve personas, que pusieron dos condiciones: la primera, quedar exentos del servicio militar mientras estuviesen en aquella empresa de interés público; la segunda, que corrieran a cargo de la república los daños que pudieran causar los enemigos o la tempestad en lo que embarcasen. Aceptadas ambas condiciones, se es adjudicaron los contratos y se gestionó un servicio público con dinero privado. Tan profundos eran los hábitos y el sentimiento patriótico que se extendían por todos los estamentos sociales al unísono. Lo mismo que se hicieron cargo de todos los contratos con generosidad, los cumplieron con escrupulosidad, y las tropas fueron atendidas con la misma largueza que cuando, como en otros tiempos, se hacía a expensas de un tesoro público bien dotado de recursos. Cuando llegaron estos suministros, la plaza de Iliturgi, que se había pasado a los romanos, era asediada por Asdrúbal y Magón y el Aníbal hijo de Bomílcar. Por entre estos tres campamentos enemigos llegaron los Escipiones hasta la ciudad de sus aliados después de una lucha enconada y de causar estragos entre los que se oponían a su paso, y llevaron trigo, que escaseaba por completo, animaron a los habitantes a defender sus murallas con el mismo coraje con que habían visto que el ejército romano combatía en favor suyo, y fueron a atacar el mayor de los campamentos, el que estaba mandado por Asdrúbal. Viendo que allí se jugaba algo de la mayor importancia, acudieron también los dos generales y los dos ejércitos cartagineses, y de esta forma se combatió haciendo una salida brusca del campamento. Participaron aquel día en la batalla sesenta mil enemigos y alrededor de dieciséis mil por parte de los romanos; a pesar de ello, la victoria fue tan clara que los romanos mataron más enemigos de los que ellos eran, capturaron más de tres mil hombres, poco menos de mil caballos, cincuenta y nueve enseñas militares y siete elefantes (cinco los mataron durante el combate), y aquel mismo día se apoderaron de los tres campamentos. Una vez liberada Iliturgi del asedio, los ejércitos cartagineses fueron trasladados para atacar Intibili, reforzados con tropas procedentes de la provincia, la más apasionada por la guerra siempre que hubiera paga o botín, y con una juventud muy abundante por aquel entonces. Se libró nuevamente batalla, y la suerte del combate fue para ambos bandos la misma que la vez anterior. Resultaron muertos más de trece mil enemigos, y apresados más de dos mil, así como cuarenta y dos enseñas y nueve elefantes. Entonces, por cierto, casi todos los pueblos de Hispania se pasaron a los romanos, y se llevaron a cabo acciones mucho más importantes en Hispania que en Italia durante aquel verano. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 24, 41 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964). 24. 41. eodem anno in Hispania uarie res gestae. nam priusquam Romani amnem Hiberum transirent, ingentes copias Hispanorum Mago et Hasdrubal fuderunt; defecissetque ab Romanis ulterior Hispania, ni P. Cornelius raptim traducto exercitu Hiberum dubiis sociorum animis in tempore aduenisset. primo ad Castrum Album—locus est insignis caede magni Hamilcaris—castra Romani habuere. arx erat munita et conuexerant ante frumentum; tamen, quia omnia circa hostium plena erant agmenque Romanum impune incursatum ab equitibus hostium fuerat et ad duo milia aut moratorum aut palantium per agros interfecta, cessere inde Romani propius pacata loca et ad montem Uictoriae castra communiuere. eo Cn. Scipio cum omnibus copiis et Hasdrubal Gisgonis filius, tertius Carthaginiensium dux, cum exercitu iusto aduenit contraque castra Romana trans fluuium omnes consedere. P. Scipio cum expeditis clam profectus ad loca circa uisenda haud fefellit hostes oppressissentque eum in patentibus campis, ni tumulum in propinquo cepisset. ibi quoque circumsessus aduentu fratris obsidione eximitur. Castulo, urbs Hispaniae ualida ac nobilis et adeo coniuncta societate Poenis ut uxor inde Hannibali esset, ad Romanos defecit. Carthaginienses Iliturgim oppugnare adorti, quia praesidium ibi Romanum erat; uidebanturque inopia maxime eum locum expugnaturi. Cn. Scipio, ut sociis praesidioque ferret opem, cum legione expedita profectus inter bina castra cum magna caede hostium urbem est ingressus et postero die eruptione aeque felici pugnauit. supra duodecim milia hominum caesa duobus proeliis; plus mille hominum captum cum sex et triginta militaribus signis. ita ab Iliturgi recessum est. Bigerra inde urbs—socia et haec Romanorum erat—a Carthaginiensibus oppugnari coepta est. eam obsidionem sine certamine adueniens Cn. Scipio soluit. 24. 41. Aquel mismo año el desarrollo de los acontecimientos en Hispania tuvo resultados diversos. Así, antes de que los romanos cruzasen el río Ebro, Magón y Asdrúbal derrotaron tropas muy numerosas de los hispanos, y la Hispania ulterior habría abandonado a los romanos si Publio Cornelio no hubiera cruzado precipitadamente el Ebro con su ejército y acudido en el momento preciso, cuando sus aliados estaban indecisos. Primeramente, los romanos acamparon en Castro Albo, lugar famoso por la muerte de Amílcar el Grande. Su ciudadela estaba fortificada y en ella habían almacenado trigo anteriormente; no obstante, como todos los alrededores estaban ocupados por el enemigo y la columna romana había sido atacada impunemente por la caballería enemiga, siendo muertos cerca de dos mil de los que andaban rezagados o dispersos por los campos, los romanos se retiraron de allí hacia una zona más tranquila y fortificaron un campamento junto al monte Victoria. Allí llegó Gneo Escipión con todas sus tropas; y también Asdrúbal hijo de Gisgón, tercer general cartaginés, con un ejército en toda regla, situándose todos al otro lado del río frente al campamento romano. Publio Escipión salió ocultamente a reconocer los alrededores con tropas ligeras, pero el enemigo lo descubrió, y lo habría aplastado en campo abierto si no hubiera ocupado una colina cercana. Rodeado también allí, lo liberó del cerco la llegada de su hermano. Cástulo, fuerte y célebre ciudad de Hispania, estrechamente unida a los cartagineses hasta el punto de que la esposa de Aníbal era de allí, se pasó a los romanos. Los cartagineses iniciaron un ataque a Iliturgi porque había allí una guarnición romana y parecía que sobre todo el hambre la iba a poner en sus manos. Salió Gneo Escipión a prestarles ayuda a los aliados y a la guarnición romana con una legión ligera, entró en la ciudad por entre los dos campamentos causando muchas bajas al enemigo, y al día siguiente hizo una salida brusca con un resultado igualmente favorable. Los muertos en los dos combates pasaron de los doce mil, y de mil los prisioneros; enseñas militares se capturaron treinta y seis. Se produjo así la retirada de Iliturgi. A continuación, iniciaron los cartagineses el asedio a la ciudad de Bigerra —aliada de los romanos también ésta—. La llegada de Gneo Escipión la liberó del asedio sin tener que combatir. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 26, 17 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 26. 17. Romani patres perfuncti quod ad Capuam attinebat cura, C. Neroni ex iis duabus legionibus quas ad Capuam habuerat sex milia peditum et trecentos equites quos ipse legisset et socium Latini nominis peditum numerum parem et octingentos equites decernunt. eum exercitum Puteolis in naues impositum Nero in Hispaniam transportauit. cum Tarraconem nauibus uenisset, expositisque ibi copiis et nauibus subductis socios quoque nauales multitudinis augendae causa armasset, profectus ad Hiberum flumen exercitum ab Ti. Fonteio et L. Marcio accepit. inde pergit ad hostes ire. Hasdrubal Hamilcaris ad Lapides Atros castra habebat; in Ausetanis is locus est inter oppida Iliturgim et Mentissam. huius saltus fauces Nero occupauit. Hasdrubal, ne in arto res esset, caduceatorem misit qui promitteret si inde missus foret se omnem exercitum ex Hispania deportaturum. quam rem cum laeto animo Romanus accepisset, diem posterum Hasdrubal conloquio petiuit ut coram leges conscriberentur de tradendis arcibus urbium dieque statuenda ad quam praesidia deducerentur suaque omnia sine fraude Poeni deportarent. quod ubi impetrauit, extemplo primis tenebris atque inde tota nocte quod grauissimum exercitus erat Hasdrubal quacunque posset euadere e saltu iussit. data sedulo opera est ne multi ea nocte exirent, ut ipsa paucitas cum ad hostem silentio fallendum aptior, tum ad euadendum per artas semitas ac difficiles esset. uentum insequenti die ad conloquium est; sed loquendo plura scribendoque dedita opera quae in rem non essent die consumpto, in posterum dilatum est. addita insequens nox spatium dedit et alios emittendi; nec postero die res finem inuenit. ita aliquot dies disceptando palam de legibus noctesque emittendis clam e castris Carthaginiensibus absumptae. et postquam pars maior emissa exercitus erat, iam ne iis quidem quae ultro dicta erant stabatur; minusque ac minus, cum timore simul fide decrescente, conueniebat. iam ferme pedestres omnes copiae euaserant e saltu cum prima luce densa nebula saltum omnem camposque circa intexit. quod ubi sensit Hasdrubal, mittit ad Neronem qui in posterum diem conloquium differret: illum diem religiosum Carthaginiensibus ad agendum quicquam rei seriae esse. ne tum quidem suspecta fraus cum esset, data uenia eius diei, extemploque Hasdrubal cum equitatu elephantisque castris egressus sine ullo tumultu in tutum euasit. hora ferme quarta dispulsa sole nebula aperuit diem, uacuaque hostium castra conspexerunt Romani tum demum Claudius Punicam fraudem adgnoscens ut se dolo captum sensit, proficiscentem institit sequi paratus confligere acie. sed hostis detractabat pugnam; leuia tamen proelia inter extremum Punicum agmen praecursoresque Romanorum fiebant. 26. 17. Libre de preocupación en lo que a Capua se refería, el senado romano acordó asignar a Gayo Nerón seis mil soldados de infantería y trescientos de caballería, elegidos por él entre las dos legiones que había tenido a sus órdenes en Capua, y otros tantos soldados de a pie y ochocientos jinetes de los aliados de la confederación latina. Este ejército embarcó en Putéolos y Nerón lo condujo a Hispania. Llegó a Tarragona con las naves, desembarcó allí las tropas, y después de varar las naves armó también a las tripulaciones para incrementar el número de tropas; partió hacia el Ebro y se hizo cargo del ejército de Tiberio Fonteyo y Lucio Marcio. Después emprendió la marcha en dirección al enemigo. Asdrúbal el de Amílcar tenía su campamento en Piedras Negras, lugar éste situado en la Ausetania entre las plazas de Iliturgi y Mentisa. Era un desfiladero, cuya entrada ocupó Nerón. Asdrúbal, ante el temor a verse atrapado, envió un parlamentario con la promesa de que si le permitía salir de allí sacaría de Hispania todas sus tropas. El romano aceptó la propuesta de muy buen grado y Asdrúbal pidió una entrevista para el día siguiente para acordar personalmente los términos de la entrega de las ciudadelas de las ciudades y fijar la fecha de la retirada de las guarniciones de forma que los cartagineses pudieran llevarse todas sus cosas sin daño. Aceptado esto, Asdrúbal ordenó que las tropas más pesadas fueran saliendo del desfiladero por donde pudieran, comenzando al anochecer y continuando durante toda la noche. Puso el mayor cuidado en que no salieran muchos aquella noche, puesto que un número reducido era en sí más adecuado tanto para pasar en silencio sin que el enemigo se diera cuenta como para escapar por veredas angostas y difíciles. Al día siguiente, acudieron a la conferencia, pero se pasó el día hablando mucho y escribiendo deliberadamente detalles que no venían al caso, y hubo que dejarlo para el día siguiente. El contar con otra noche dio lugar a evacuar a más hombres, y tampoco al otro día se acabó la cosa. De esta forma pasaron varios días discutiendo públicamente las condiciones y varias noches haciendo salir en secreto cartagineses del campamento. Y cuando ya había salido la mayor parte del ejército, ya ni siquiera se mantenían las propias propuestas iniciales y el acuerdo estaba cada vez más lejano, pues había menos motivos para mantener la palabra a medida que había menos que temer. Cuando ya habían salido del desfiladero casi todas las tropas de infantería, un día, al amanecer, una densa niebla envolvió por completo el desfiladero y los campos del contorno. Nada más percatarse de ello, Asdrúbal mandó a Nerón aviso para que se aplazasen las conversaciones para el día siguiente, pues aquel día por motivos religiosos los cartagineses no podían tratar ningún asunto importante. Como ni siquiera entonces se sospechó el engaño, se les concedió aquel día de favor, y Asdrúbal, saliendo inmediatamente del campamento con la caballería y los elefantes sin hacer ruido alguno llegó a lugar seguro. Aproximadamente tres horas después de amanecer, el sol disipó la niebla y abrió el día, y los romanos vieron vacío el campamento enemigo. Por fin entonces se dio cuenta Claudio del engaño cartaginés, y nada más comprender que había caído en una trampa se lanzó en persecución de los que se habían marchado, preparado para entrar en combate. Pero el enemigo rehuía el enfrentamiento. Se producían, no obstante, pequeñas escaramuzas entre la retaguardia de la columna cartaginesa y la vanguardia de los romanos. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 28, 19 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 28. 19. Hispaniae sicut a bello Punico quietae erant, ita quasdam ciuitates propter conscientiam culpae metu magis quam fide quietas esse apparebat, quarum maxime insignes et magnitudine et noxa Iliturgi et Castulo erant. Castulo, cum prosperis rebus socii fuissent, post caesos cum exercitibus Scipiones defecerat ad Poenos: Iliturgitani prodendis qui ex illa clade ad eos perfugerant interficiendisque scelus etiam defectioni addiderant. in eos populos primo aduentu cum dubiae Hispaniae essent merito magis quam utiliter saeuitum foret: tunc iam tranquillis rebus quia tempus expetendae poenae uidebatur uenisse, accitum ab Tarracone L. Marcium cum tertia parte copiarum ad Castulonem oppugnandum mittit, ipse cum cetero exercitu quintis fere ad Iliturgin castris peruenit. clausae erant portae omniaque instructa et parata ad oppugnationem arcendam; adeo conscientia quid se meritos scirent pro indicto eis bello fuerat. hinc et hortari milites Scipio orsus est: ipsos claudendo portas indicasse Hispanos quid ut timerent meriti essent. itaque multo infestioribus animis cum eis quam cum Carthaginiensibus bellum gerendum esse; quippe cum illis prope sine ira de imperio et gloria certari, ab his perfidiae et crudelitatis et sceleris poenas expetendas. euenisse tempus quo et nefandam commilitonum necem et in semet ipsos, si eodem fuga delati forent, instructam fraudem ulciscerentur, et in omne tempus graui documento sancirent ne quis unquam Romanum ciuem militemque in ulla fortuna opportunum iniuriae duceret. Ab hac cohortatione ducis incitati scalas electis per manipulos uiris diuidunt, partitoque exercitu ita ut parti alteri Laelius praeesset legatus, duobus simul locis ancipiti terrore urbem adgrediuntur. non dux unus aut plures principes oppidanos, sed suus ipsorum ex conscientia culpae metus ad defendendam impigre urbem hortatur. et meminerant et admonebant alios supplicium ex se non uictoriam peti: ubi quisque mortem oppeteret, id referre, utrum in pugna et in acie, ubi Mars communis et uictum saepe erigeret et adfligeret uictorem, an postmodo cremata et diruta urbe, ante ora captarum coniugum liberorumque, inter uerbera et uincula, omnia foeda atque indigna passi exspirarent. igitur non militaris modo aetas aut uiri tantum, sed feminae puerique super animi corporisque uires adsunt, pugnantibus tela ministrant, saxa in muros munientibus gerunt. Non libertas solum agebatur, quae uirorum fortium tantum pectora acuit, sed ultima omnibus supplicia et foeda mors ob oculos erat. accendebantur animi et certamine laboris ac periculi atque ipso inter se conspectu. itaque tanto ardore certamen initum est ut domitor ille totius Hispaniae exercitus ab unius oppidi iuuentute saepe repulsus a muris haud satis decoro proelio trepidaret. id ubi uidit Scipio, ueritus ne uanis tot conatibus suorum et hostibus cresceret animus et segnior miles fieret, sibimet conandum ac partem periculi capessendam esse ratus increpita ignauia militum ferri scalas iubet et se ipsum si ceteri cunctentur escensurum minatur. iam subierat haud mediocri periculo moenia cum clamor undique ab sollicitis uicem imperatoris militibus sublatus, scalaeque multis simul partibus erigi coeptae; et ex altera parte Laelius institit. tum uicta oppidanorum uis deiectisque propugnatoribus occupantur muri. arx etiam ab ea parte qua inexpugnabilis uidebatur inter tumultum capta est: 28. 19. Si bien las Hispanias no estaban ya conmocionadas por la Guerra Púnica, también resultaba evidente que era el miedo, por saberse culpables, más que la lealtad lo que mantenía quietas a algunas ciudades; entre éstas las más destacables por su importancia y por su responsabilidad eran Iliturgi y Cástulo. Ésta había sido aliada cuando las cosas marchaban bien, y después del desastre de los Escipiones y sus ejércitos se había pasado a los cartagineses; los iliturgitanos habían añadido a la defección el delito de entregar o matar a los fugitivos de aquel desastre que habían buscado refugio a su lado. Tomar represalias contra estas poblaciones inmediatamente después de llegar, cuando las Hispanias no estaban aseguradas, habría sido más justo que útil; como ahora que la situación estaba tranquila ya parecía llegado el momento de aplicar el castigo, hizo venir de Tarragona a Lucio Marcio y le envió a atacar Cástulo con la tercera parte de las tropas, y él, con el resto del ejército, llegó a Iliturgi en unas cinco jornadas. Estaban cerradas las puertas y todo preparado y a punto para repeler un ataque; hasta ese extremo la conciencia de lo que se merecían había equivalido para ellos a una declaración de guerra. En esta circunstancia basó Escipión el arranque de su arenga a las tropas; los propios hispanos, al cerrar sus puertas, habían dado a entender lo justificados que estaban sus temores; por tanto, había que combatir contra ellos con mayor encarnizamiento que contra los cartagineses, pues, en efecto, con éstos se luchaba casi sin cólera por el imperio y la gloria, y a aquéllos había que hacerles pagar su perfidia, su crueldad y su crimen. Había llegado el momento de vengar la infame muerte de sus camaradas y la trampa preparada también contra ellos mismos en caso de que la huida les hubiese conducido allí, y de dejar sentado para siempre un precedente temible a fin de que nadie en ningún momento, en ninguna circunstancia, considerase susceptible de afrenta a un ciudadano o un soldado romano. Acicateados por esta arenga de su general, reparten escalas entre hombres escogidos en cada manípulo, dividen el ejército en dos cuerpos tomando el mando de uno de ellos el legado Lelio, y atacan la ciudad en dos puntos a la vez, duplicando los motivos de pánico. Lo que anima a los habitantes de la plaza a defender con denuedo la ciudad no es un jefe militar o varios civiles sino el miedo que cada uno siente por la conciencia de su culpabilidad. Tenían presente, y se lo recordaban a los demás, que lo que se pretendía con ellos no era vencerles sino castigarles; en el momento en que todos se enfrentaban con la muerte, la elección estaba entre morir en combate en el campo de batalla, donde la suerte común de la guerra a menudo levanta al vencido y abate al vencedor, o morir más tarde, una vez incendiada y arrasada la ciudad, ante los ojos de sus mujeres y de sus hijos prisioneros, maniatados y azotados, tras sufrir toda clase de horrores y vejaciones. Consiguientemente, no intervienen sólo los hombres en edad militar ni sólo los varones sino las mujeres y los niños, más allá del límite de sus fuerzas físicas y morales, les alcanzan armas a los combatientes, les llevan piedras a los que refuerzan los muros. No estaba en juego únicamente la libertad, que sólo sirve de acicate a los valientes, sino que todos tenían ante los ojos la perspectiva de unos suplicios extremos y una muerte infame. Su coraje se inflamaba rivalizando en el esfuerzo y el riesgo y mirándose unos a otros. Por eso se inició el combate con tal ardimiento que aquel ejército dominador de Hispania entera fue rechazado varias veces de las murallas por la juventud de una sola ciudad y anduvo amedrentado en una batalla no demasiado gloriosa. Cuando Escipión vio esto, temiendo que con tantos esfuerzos baldíos de los suyos se acreciese la moral del enemigo y se minase la de sus hombres, pensó que debía participar personalmente en el esfuerzo y el peligro, e increpando a los soldados por su cobardía mandó traer escalas y amenazó con subir él mismo si los demás vacilaban. Había llegado ya, con grave peligro, hasta el pie de las murallas cuando se alzaron por todas partes los gritos de los soldados inquietos por la suerte de su general, y en muchos puntos al mismo tiempo comenzaron a alzarse las escalas; por su parte, Lelio presionó desde el otro lado. Vencida entonces la resistencia de los habitantes de la plaza y abatidos los defensores de los muros, son ocupados éstos. También la ciudadela fue tomada en medio de la confusión por el lado por donde se la suponía inexpugnable. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 28, 20 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 28. 20. Transfugae Afri, qui tum inter auxilia Romana erant, et oppidanis in ea tuenda unde periculum uidebatur uersis et Romanis subeuntibus qua adire poterant, conspexerunt editissimam urbis partem, quia rupe praealta tegebatur, neque opere ullo munitam et ab defensoribus uacuam. leuium corporum homines et multa exercitatione pernicium, clauos secum ferreos portantes, qua per inaequaliter eminentia rupis poterant scandunt. sicubi nimis arduum et leue saxum occurrebat, clauos per modica interualla figentes cum uelut gradus fecissent, primi insequentes extrahentes manu, postremi subleuantes eos qui prae se irent, in summum euadunt. inde decurrunt cum clamore in urbem iam captam ab Romanis. tum uero apparuit ab ira et ab odio urbem oppugnatam esse. nemo capiendi uiuos, nemo patentibus ad direptionem omnibus praedae memor est; trucidant inermes iuxta atque armatos, feminas pariter ac uiros; usque ad infantium caedem ira crudelis peruenit. ignem deinde tectis iniciunt ac diruunt quae incendio absumi nequeunt; adeo uestigia quoque urbis exstinguere ac delere memoriam hostium sedis cordi est. Castulonem inde Scipio exercitum ducit, quam urbem non Hispani modo conuenae sed Punici etiam exercitus ex dissipata passim fuga reliquiae tutabantur. sed aduentum Scipionis praeuenerat fama cladis Iliturgitanorum terrorque inde ac desperatio inuaserat; et in diuersis causis cum sibi quisque consultum sine alterius respectu uellet, primo tacita suspicio, deinde aperta discordia secessionem inter Carthaginienses atque Hispanos fecit. his Cerdubelus propalam deditionis auctor, Himilco Punicis auxiliaribus praeerat; quos urbemque clam fide accepta Cerdubelus Romano prodit. mitior ea uictoria fuit; nec tantundem noxae admissum erat et aliquantum irae lenierat uoluntaria deditio. 28. 20. Los desertores africanos que entonces militaban entre las tropas auxiliares romanas, mientras los habitantes se dedicaban a defender aquellos puntos donde parecía que había peligro y los romanos subían al asalto por donde podían, vieron que la parte más elevada de la ciudad no tenía fortificación ninguna y estaba desprovista de defensores porque estaba protegida por una roca muy alta. Hombres ligeros de peso y rápidos debido al mucho ejercicio, provistos de clavos de hierro, escalaron la roca por donde lo permitían sus salientes y desigualdades. Si en algún punto encontraban demasiado vertical y lisa la roca, hincaban los clavos a cortos intervalos formando una especie de escalones, y alzando a mano los primeros a los que iban detrás y aupando los últimos a los que les precedían llegaron a la cima. Desde allí bajaron gritando y corriendo hacia la ciudad tomada ya por los romanos. Entonces sí que quedó patente que el ataque a la ciudad era debido a la rabia y el odio. Nadie pensó en coger prisioneros, nadie pensó en el botín a pesar de que todo se ofrecía al saqueo; degollaron indiscriminadamente a los que tenían armas y a los que estaban desarmados, a las mujeres y a los hombres; en su airada crueldad llegaron a dar muerte a los niños de corta edad. Después prendieron fuego a las casas y arrasaron lo que no podía ser consumido por las llamas, tales ansias tenían de borrar incluso las huellas de la ciudad y hacer desaparecer el recuerdo del lugar donde residían sus enemigos. A continuación, Escipión marchó a Cástulo con su ejército; defendían esta ciudad tanto fugitivos hispanos como supervivientes del ejército cartaginés reagrupados tras una huida en desbandada. Pero la llegada de Escipión venía precedida de la derrota de los iliturgitanos, a raíz de la cual había cundido el pánico y la desesperación. Como además los intereses eran encontrados y cada uno quería mirar por sí y desentenderse del otro, primero una desconfianza tácita y después una discordia manifiesta provocó la escisión entre cartagineses e hispanos. En éstos mandaba Cerdubelo, decidido partidario de la capitulación, y en los auxiliares cartagineses mandaba Himilcón; Cerdubelo entregó a los romanos a éste y sus tropas junto con la ciudad, después de recibir garantía en secreto. En esta victoria hubo mayor clemencia, pues la falta cometida no era tan grave, y por otra parte la entrega voluntaria había aplacado un tanto las iras. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 28, 25 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 28. 25. Cum alios subinde recentes nuntios non mortis modo sed etiam funeris exspectarent, neque superueniret quisquam euanesceretque temere ortus rumor, tum primi auctores requiri coepti; et subtrahente se quoque ut credidisse potius temere quam finxisse rem talem uideri posset, destituti duces iam sua ipsi insignia et pro uana imagine imperii quod gererent ueram iustamque mox in se uersuram potestatem horrebant. stupente ita seditione cum uiuere primo, mox etiam ualere Scipionem certi auctores adferrent, tribuni militum septem ab ipso Scipione missi superuenerunt. ad quorum primum aduentum exasperati animi: mox ipsis placido sermone permulcentibus notos cum quibus congressi erant, leniti sunt. circumeuntes enim tentoria primo, deinde in principiis praetorioque ubi sermones inter se serentium circulos uidissent adloquebantur, percontantes magis quae causa irae consternationisque subitae foret quam factum accusantes. uolgo stipendium non datum ad diem iactabatur, et cum eodem tempore quo scelus Iliturgitanum exstitisset post duorum imperatorum duorumque exercituum stragem sua uirtute defensum nomen Romanum ac retenta prouincia esset, Iliturgitanos poenam noxae meritam habere, suis recte factis gratiam qui exsoluat non esse. talia querentes aequa orare seque ea relaturos ad imperatorem respondebant; laetari quod nihil tristius nec insanabilius esset; et P. Scipionem deum benignitate et rem publicam esse gratiae referendae. Scipionem, bellis adsuetum, ad seditionum procellas rudem, sollicitum habebat res ne aut exercitus peccando aut ipse puniendo modum excederet. in praesentia, ut coepisset, leniter agi placuit et missis circa stipendiarias ciuitates exactoribus stipendii spem propinquam facere; et edictum subinde propositum ut ad stipendium petendum conuenirent Carthaginem, seu carptim partes seu uniuersi mallent. tranquillam seditionem iam per se languescentem repentina quies rebellantium Hispanorum fecit; redierant enim in fines omisso incepto Mandonius et Indibilis, postquam uiuere Scipionem allatum est; nec iam erat aut ciuis aut externus cum quo furorem suum consociarent. omnia circumspectantes [consilia] nihil reliqui habebant praeter unum tutissimum a malis consiliis receptum, ut imperatoris uel iustae irae uel non desperandae clementiae sese committerent: etiam hostibus eum ignouisse cum quibus ferro dimicasset: suam seditionem sine uolnere, sine sanguine fuisse nec ipsam atrocem nec atroci poena dignam—ut ingenia humana sunt ad suam cuique leuandam culpam nimio plus facunda. illa dubitatio erat singulaene cohortes an uniuersi ad stipendium petendum irent. inclinauit sententia, quod tutius censebant, uniuersos ire. 28. 25. Esperaban de un momento a otro nuevas noticias, no sólo de la muerte sino de los funerales también, y como no llegaba ninguna y se desvanecían los rumores surgidos sin fundamento, se comenzó a indagar de quién había partido. Como todos se desentendían para dar la impresión de que habían creído un poco a la ligera una cosa semejante pero que no la habían inventado, los cabecillas, faltos de apoyo, veían con horror que bien pronto se iban a volver en contra suya sus propios distintivos de mando y el poder efectivo y legítimo, en lugar de la vana apariencia de autoridad que detentaban. El motín se iba así paralizando y llegaron noticias seguras, primero, de que Escipión estaba vivo y, poco después, de que incluso estaba bien de salud; entonces se presentaron siete tribunos militares enviados por el propio Escipión. Al principio, su llegada crispó los ánimos, que después se calmaron cuando ellos se pusieron a hablar amigablemente, en un tono sosegado, con los conocidos que encontraban. Comenzaron, en efecto, por darse una vuelta por las tiendas; después, si veían grupos hablando entre sí en corrillos ante las tiendas del mando o la del general, se dirigían a ellos más bien preguntando cuál era la causa de su irritación y su inesperado amotinamiento que echándoles la culpa de lo ocurrido. La respuesta más común era que no se había abonado la paga puntualmente y que en el momento en que había ocurrido la traición de Iliturgi, después de la pérdida de los dos generales y los dos ejércitos, a pesar de que ellos habían defendido el nombre de Roma y conservado la provincia con su valor, los iliturgitanos tenían el castigo merecido por su falta, pero a ellos no había quien les diera una recompensa por sus buenos servicios. A estas quejas respondían que lo que se pedía era justo y que ellos las trasladarían al general; que se alegraban de que no se tratara de algo más serio y difícil de solucionar; que, gracias a los dioses, tanto Publio Escipión como el Estado estaban en disposición de demostrar su gratitud. Escipión, avezado a las guerras, pero falto de experiencia en las borrascas de los amotinamientos, estaba preocupado por el asunto por temor a que el ejército fuera demasiado lejos en su desviado proceder o bien él se excediera en el castigo. De momento le pareció preferible seguir actuando con suavidad y dar esperanzas de que se cobraría pronto la paga enviando recaudadores a las ciudades estipendiarias del contorno. A continuación, hizo pública una orden disponiendo que fueran a Cartagena a buscar la paga por grupos aislados o todos juntos, como prefirieran. El motín, que ya se estaba debilitando por sí solo, se apaciguó del todo con la repentina vuelta a la calma de los rebeldes hispanos. Renunciando, en efecto, a su propósito cuando llegó la noticia de que Escipión estaba vivo, Mandonio e Indíbil habían retornado a su territorio, y los amotinados ya no tenían a nadie, ni compatriota ni extranjero, a quien asociar a su desatino. Examinadas todas las posibilidades, no tenían más que una forma, y no segura del todo, de salir de su mal acuerdo: confiarse a la justa ira de su general o a su clemencia, en la que no había que perder las esperanzas, pues hasta con los enemigos a los que se había enfrentado con las armas había sido indulgente; su sedición no había causado heridas ni derramamiento de sangre, no había sido inhumana en sí misma ni merecía un castigo inhumano. Hasta ese extremo es la naturaleza humana más propensa de la cuenta a atenuar la propia responsabilidad. Sólo dudaban sobre cómo ir a buscar la paga, por cohortes aisladas o todos juntos. Prevaleció el criterio de ir todos juntos, porque les parecía más seguro. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Liv., 34, 10 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964) 34. 10. Eodem tempore M. Heluio decedenti ex ulteriore Hispania cum praesidio sex milium dato ab Ap. Claudio praetore Celtiberi agmine ingenti ad oppidum Iliturgi occurrunt. uiginti milia armatorum fuisse Ualerius scribit, duodecim milia ex iis caesa, oppidum Iliturgi receptum et puberes omnes interfectos. inde ad castra Catonis Heluius peruenit et, quia tuta iam ab hostibus regio erat, praesidio in ulteriorem Hispaniam remisso Romam est profectus et ob rem feliciter gestam ouans urbem est ingressus. argenti infecti tulit in aerarium quattuordecim milia pondo septingenta triginta duo et signati bigatorum septemdecim milia uiginti tres et Oscensis argenti centum undeuiginti milia quadringentos undequadraginta. causa triumphi negandi senatui fuit quod alieno auspicio et in aliena prouincia pugnasset; ceterum biennio post redierat, cum prouincia successori Q. Minucio tradita annum insequentem retentus ibi longo et graui fuisset morbo. itaque duobus modo mensibus ante Heluius ouans urbem est ingressus quam successor eius Q. Minucius triumpharet. hic quoque tulit argenti pondo triginta quattuor milia octingenta et bigatorum septuaginta tria milia et Oscensis argenti ducenta septuaginta octo milia. 34. 10. Por la misma época, cuando Marco Helvio abandonaba la Hispania Ulterior con una escolta de seis mil hombres que le había dado el pretor Apio Claudio, le salieron al paso los celtíberos cerca de la ciudad de Iliturgi con un enorme contingente de tropas. Valerio refiere que eran veinte mil hombres armados, que fueron muertos doce mil de ellos, que la plaza de Iliturgi fue reconquistada y pasados por las armas todos sus jóvenes. Desde allí Helvio se llegó hasta el campamento de Catón, y como la región estaba ya a salvo de enemigos mandó su destacamento de vuelta a la Hispania ulterior, marchó a Roma y entró en la ciudad recibiendo la ovación por el feliz resultado de su acción. Ingresó en el erario catorce mil setecientas treinta y dos libras de plata en bruto, diecisiete mil veintitrés monedas de plata acuñada con la biga y ciento diecinueve mil cuatrocientas treinta y nueve de plata oscense. La razón de que el senado le denegase el triunfo fue el hecho de haber combatido con los auspicios y en la provincia de otro. De hecho había vuelto pasados dos años, cuando ya había entregado la provincia a su sucesor Quinto Minucio, reteniéndolo allí durante todo el año siguíente una larga y grave enfermedad. Por eso Helvio entró en Roma y recibió la ovación sólo dos meses antes de que entrase en triunfo su sucesor Quinto Minucio. Éste, a su vez, aportó treinta y cuatro mil ochocientas libras de plata, setenta y tres mil monedas acuñadas con la biga y doscientas setenta y ocho mil de plata oscense. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos) Mostrar
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Plin. 3, 10 (Mayhoff, K., C., Teubner, 1967) 10. Celeberrima inter hunc et oceani oram in mediterraneo Segida quae Augurina cognominatur, Vlia quae Fidentia, Vrgao quae Alba, Ebora quae Cerialis, Iliberri quod Florentini, Ilipula quae Laus, Artigi quod Iulienses, Vesci quod Faventia, Singili, Ategua, Arialdunum, Agla Minor, Baebro, Castra Vinaria, Cisimbrium, Hippo Nova, Ilurco, Osca, Oscua, Sucaelo, Vnditanum, Tucci Vetus, omnia Bastetaniae vergentis ad mare. conventus vero Cordubensis circa flumen ipsum Ossigi quod cognominatur Latonium, Iliturgi quod Forum Iulium, Ipra, Isturgi quod Triumphales, Vcia et XIIII p. remotum in mediterraneo Obulco quod Pontificense appellatur, mox Ripa, Epora foederatorum, Sacili Martialium, Onuba et dextra Corduba colonia Patricia cognomine, inde primum navigabili Baete oppida Carbula, Detumo, fluvius Singilis, eodem Baetis latere incidens. 10. Las ciudades más célebres en el interior de la provincia entre este río y la costa del océano son Segida, de sobrenombre “Augurina”, Ulia “Fidentia”, Urgao “Alba”, Ebora “Cerialis”, Iliberri “Florentini”, Illipula “Laus”, Artigi “Julienses”, Vesci “Faventia”, Singili, Ategua, Arialdunum, Agla Minor, Baebro, Castra Vinaria, Cisimbrium, Iponoba, Ilurco, Osca, Oscua, Sucaelo, Unditanum, Tucci Vetus, todas en la parte de la Bastetania que se orienta hacia el mar. Pero, del conventus Cordubensis, junto al río mismo están Ossigi, de sobrenombre “Latonium”, Iliturgi “Forum Iulium”, Ipra, Isturgi “Triumphales”, Ucia y, alejada 14 millas en medio del territorio, Obulco “Pontificense”, después Ripa, Epora de las federadas, Sacili “Martialium”, Onuba y, en la orilla derecha, la colonia Corduba de sobrenombre “Patricia”, y a continuación, donde por vez primera el Betis es navegable, las ciudades de Carbula y Detumo, y el río Singilis que desemboca en el Betis por el mismo lado. Mostrar
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Ptol. Geog. 2, 4, 9 ss. (Müller, París, 1883-1901) 9. Κατέχουσι δὲ τὴν μὲν ἀπό Μενραλίας μέχρι Βαρείας πόλεως παράλιον οἱ εἰρημένοι Βάστουλοι, τὴν δὲ ὑπὲρ τούτους μεσόγειον καὶ πρὸς τῇ Ταρρακονεσίᾳ Τούρδουλοι, ἐν οἷς μεσόγειοι πόλεις Σεγίδα θ' ς'', λη' L’’γ’’ Ἰλουργίς θ' L'', λη' γο’’ Οὐώγια θ’, λη' L’’ Καλπουρνιάνα θ' L''δ’’, λη' ς’’ Καικίλα θ' δ’’, λη' ς’’ Βανιάνα ι’, λη’ δ’’ Κορδύβη (μητρόπ.) θ' γ’’, λη’ ιβ’’ Οὐλία θ' Λ’’, λη’ Ὀβούλκον ι’ ς’’, λη’ Ἀρκιλακίς η' L''δ'', λζ' L''δ'' Δητοῦνδα η' γο’’, λζ' Μουργίς η' δ’’, λζ' γ’ Σάλδουβα η' Λ’’δ’’, λζ' γ’ Τοῦκκι η', λζ' ζ’’ Σάλαρ ζ' Λ’’, λζ' Βάρλα ζ', λς’ γο’’ Ἔβορα ς’ δ’’, Λγ’ ιβ’’ Ὄνοβα ς’ ς’’, λς' γ’’ Ἰλλίπουλα μεγάλη θ' γο'', λη' Σέλια º θ' γο’’, λζ’ Λδ’’ Οὐεσκίς θ' Λ’’, λζ’ L’ Ὄσκουα θ’ L''γ'', λζ’ L’ Ἀρτιγίς θ' γο’’, λζ’ γ’ ιβ’’ Καλλίκουλα ι’ ς’, λζ’ L’’δ’’ Λακιβίς ι’ δ’’, λζ’ L’ Σακιλίς ι’ γ’ ιβ’’, λζ’L’γ’’ Λακιππώ ι’ δ’’, λζ’ γ’ Ἰλλιβερίς ια’, λζ’ L’ γο’’ 9. La costa marítima desde Mellaria hasta la ciudad de Baria la habitan los mencionados Bástulos y la tierra interior que está por encima de estos hasta el límite con la Tarraconense la pueblan los Túrdulos, entre los cuales están las ciudades interiores siguientes: Segida 9º10 38°50 Iliturgi? 9º30 38°40 Vcia (¿?) 9º00 38°30 Calpurniana 9º45 38°10 Caecila 9º15 38°10 Baniana 10º00 38°15 Corduba 9º20 38°05 Ulia 9º30 38°00 Obulco 10º10 38°00 Arcilacis 8º45 37°45 Detunda 8º40 37°25 Murgi 8º15 37°20 Salduba 8º45 37°20 Tucci 8º00 37°10 Salar 7º30 37°00 Barla 7º00 36°40 Ebora 6º15 36°55 Onoba 6º10 36°20 Illipula Magna 9º40 38°00 Solia (¿?) 9º40 37°45 Vesci 9º30 37°30 Oscua 9º50 37°30 Artigi 9º40 37°25 Callicula 10º10 37°45 Lacibis 10º15 37°30 Sacili 10º25 37°50 Lacippo 10º15 37°20 Illiberi Mostrar
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ITINERARIA
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It. Ant. 403,2 (O. Cuntz, 1927) 402, 6 Item a Corduba Castulone m. p. XCVIIII 7 Calpurniana m. p. XXV 403, 1 Vircaone m. p. XX 2 Iliturgis ' m. p. XXXIIII 3 Castulone m. p. XX. 402, 6 Igualmente desde Corduba a Castulo 98 millas 7 A Calpurniana 25 millas 403, 1 A Urgavo 20 “ 2 A Iliturgi 33 “ 3 A Castulo 20 “ Mostrar
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