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Análisis de las Fuentes Literarias de ILITVRGI FORVM IVLIVM
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Cita de Autor
Liv., 28, 25 (Flamstead & Seymour, Oxford, 1964)
Texto
28. 25. Cum alios subinde recentes nuntios non mortis modo sed etiam funeris exspectarent, neque superueniret quisquam euanesceretque temere ortus rumor, tum primi auctores requiri coepti; et subtrahente se quoque ut credidisse potius temere quam finxisse rem talem uideri posset, destituti duces iam sua ipsi insignia et pro uana imagine imperii quod gererent ueram iustamque mox in se uersuram potestatem horrebant. stupente ita seditione cum uiuere primo, mox etiam ualere Scipionem certi auctores adferrent, tribuni militum septem ab ipso Scipione missi superuenerunt. ad quorum primum aduentum exasperati animi: mox ipsis placido sermone permulcentibus notos cum quibus congressi erant, leniti sunt. circumeuntes enim tentoria primo, deinde in principiis praetorioque ubi sermones inter se serentium circulos uidissent adloquebantur, percontantes magis quae causa irae consternationisque subitae foret quam factum accusantes. uolgo stipendium non datum ad diem iactabatur, et cum eodem tempore quo scelus Iliturgitanum exstitisset post duorum imperatorum duorumque exercituum stragem sua uirtute defensum nomen Romanum ac retenta prouincia esset, Iliturgitanos poenam noxae meritam habere, suis recte factis gratiam qui exsoluat non esse. talia querentes aequa orare seque ea relaturos ad imperatorem respondebant; laetari quod nihil tristius nec insanabilius esset; et P. Scipionem deum benignitate et rem publicam esse gratiae referendae. Scipionem, bellis adsuetum, ad seditionum procellas rudem, sollicitum habebat res ne aut exercitus peccando aut ipse puniendo modum excederet. in praesentia, ut coepisset, leniter agi placuit et missis circa stipendiarias ciuitates exactoribus stipendii spem propinquam facere; et edictum subinde propositum ut ad stipendium petendum conuenirent Carthaginem, seu carptim partes seu uniuersi mallent. tranquillam seditionem iam per se languescentem repentina quies rebellantium Hispanorum fecit; redierant enim in fines omisso incepto Mandonius et Indibilis, postquam uiuere Scipionem allatum est; nec iam erat aut ciuis aut externus cum quo furorem suum consociarent. omnia circumspectantes [consilia] nihil reliqui habebant praeter unum tutissimum a malis consiliis receptum, ut imperatoris uel iustae irae uel non desperandae clementiae sese committerent: etiam hostibus eum ignouisse cum quibus ferro dimicasset: suam seditionem sine uolnere, sine sanguine fuisse nec ipsam atrocem nec atroci poena dignam—ut ingenia humana sunt ad suam cuique leuandam culpam nimio plus facunda. illa dubitatio erat singulaene cohortes an uniuersi ad stipendium petendum irent. inclinauit sententia, quod tutius censebant, uniuersos ire.
Traducción
28. 25. Esperaban de un momento a otro nuevas noticias, no sólo de la muerte sino de los funerales también, y como no llegaba ninguna y se desvanecían los rumores surgidos sin fundamento, se comenzó a indagar de quién había partido. Como todos se desentendían para dar la impresión de que habían creído un poco a la ligera una cosa semejante pero que no la habían inventado, los cabecillas, faltos de apoyo, veían con horror que bien pronto se iban a volver en contra suya sus propios distintivos de mando y el poder efectivo y legítimo, en lugar de la vana apariencia de autoridad que detentaban. El motín se iba así paralizando y llegaron noticias seguras, primero, de que Escipión estaba vivo y, poco después, de que incluso estaba bien de salud; entonces se presentaron siete tribunos militares enviados por el propio Escipión. Al principio, su llegada crispó los ánimos, que después se calmaron cuando ellos se pusieron a hablar amigablemente, en un tono sosegado, con los conocidos que encontraban. Comenzaron, en efecto, por darse una vuelta por las tiendas; después, si veían grupos hablando entre sí en corrillos ante las tiendas del mando o la del general, se dirigían a ellos más bien preguntando cuál era la causa de su irritación y su inesperado amotinamiento que echándoles la culpa de lo ocurrido. La respuesta más común era que no se había abonado la paga puntualmente y que en el momento en que había ocurrido la traición de Iliturgi, después de la pérdida de los dos generales y los dos ejércitos, a pesar de que ellos habían defendido el nombre de Roma y conservado la provincia con su valor, los iliturgitanos tenían el castigo merecido por su falta, pero a ellos no había quien les diera una recompensa por sus buenos servicios. A estas quejas respondían que lo que se pedía era justo y que ellos las trasladarían al general; que se alegraban de que no se tratara de algo más serio y difícil de solucionar; que, gracias a los dioses, tanto Publio Escipión como el Estado estaban en disposición de demostrar su gratitud. Escipión, avezado a las guerras, pero falto de experiencia en las borrascas de los amotinamientos, estaba preocupado por el asunto por temor a que el ejército fuera demasiado lejos en su desviado proceder o bien él se excediera en el castigo. De momento le pareció preferible seguir actuando con suavidad y dar esperanzas de que se cobraría pronto la paga enviando recaudadores a las ciudades estipendiarias del contorno. A continuación, hizo pública una orden disponiendo que fueran a Cartagena a buscar la paga por grupos aislados o todos juntos, como prefirieran. El motín, que ya se estaba debilitando por sí solo, se apaciguó del todo con la repentina vuelta a la calma de los rebeldes hispanos. Renunciando, en efecto, a su propósito cuando llegó la noticia de que Escipión estaba vivo, Mandonio e Indíbil habían retornado a su territorio, y los amotinados ya no tenían a nadie, ni compatriota ni extranjero, a quien asociar a su desatino. Examinadas todas las posibilidades, no tenían más que una forma, y no segura del todo, de salir de su mal acuerdo: confiarse a la justa ira de su general o a su clemencia, en la que no había que perder las esperanzas, pues hasta con los enemigos a los que se había enfrentado con las armas había sido indulgente; su sedición no había causado heridas ni derramamiento de sangre, no había sido inhumana en sí misma ni merecía un castigo inhumano. Hasta ese extremo es la naturaleza humana más propensa de la cuenta a atenuar la propia responsabilidad. Sólo dudaban sobre cómo ir a buscar la paga, por cohortes aisladas o todos juntos. Prevaleció el criterio de ir todos juntos, porque les parecía más seguro. (Trad. J. A, VILLAR VIDAL, Gredos)
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