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Análisis de las Fuentes Literarias de ATEGVA
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Cita de Autor
Caes. Bell. Hisp. 22 Pontet, Oxford, 2005
Texto
[22] Hoc praeterito tempore qui in oppido Ategua Bursavonenses capti sunt, legati profecti sunt cum nostris, uti rem gestam Bursavonensibus referrent; quid sperarent de Cn. Pompeio, cum viderent hospites iugulari; praeterea multa scelera ab iis fieri qui praesidii causa ab iis reciperentur. Qui ad oppidum [cum] venissent, nostri qui fuissent equites Romani et senatores, non sunt ausi introire in oppidum, praeterquam qui eius civitatis fuissent. Quorum responsis ultro citroque acceptis et redditis cum ad nostros se reciperent qui extra oppidum fuissent illi praesidio insecuti ex Bursavone legatos iugularunt. Duo reliqui [ex] eis fugerunt et Caesari rem gestam detulerunt… Et speculatores ad oppidum Ateguam miserunt. Qui cum certum conperissent, legatorum responsa ita esse gesta quemadmodum illi rettulissent, ab oppidanis concursu facto, eum qui legatos iugulasset, lapidare et ei manus intentare coeperunt: illius opera se perisse. Ita vix periculo liberatus petiit ab oppidanis ut ei liceret legatum ad Caesarem proficisci: illi se satis facturum. Potestate data cum inde esset profectus, praesidio comparato, cum bene magnam manum fecisset et nocturno tempore per fallaciam in oppidum esset receptus, iugulationem magnam facit principibusque qui sibi contrarii fuissent interfectis oppidum in suam potestatem recepit. Hoc praeterito tempore servi transfugae nuntiaverunt oppidanorum bona vendere [edictumque] ne cui extra vallum liceret exire nisi discinctum, idcirco quod ex quo die oppidum Ategua esset captum, metu conterritos conplures profugere Baeturiam; neque sibi ullam spem victoriae propositam habere, et siqui ex nostris transfugerent, in levem armaturam conici eumque non amplius XVII accipere.
Traducción
22. Al cabo de unos días, los bursavonenses que habían sido capturados en Ategua partieron en compañía de nuestros legados para contar lo sucedido a sus compatriotas de Bursavo: ¿Qué podían esperar de Gneo Pompeyo, al ver que sus huéspedes eran degollados? Eso sin contar los muchos crímenes cometidos por aquellos a los que acogían para que les dieran protección. Habiendo llegado a la ciudad, el grupo de nuestros embajadores, constituido por caballeros y senadores romanos, no se atrevió a entrar en la ciudad, cosa que sí hicieron los que eran naturales de ella. Una vez que se intercambiaron mensajes y respuestas, cuando ya los emisarios se encaminaban al encuentro de los que se habían quedado fuera, los soldados que estaban de guarnición en Bursavo los siguieron y, a traición, los degollaron. Dos de ellos escaparon y le contaron a César lo sucedido; mientras tanto, los bursavonenses enviaron observadores a la ciudad de Ategua. Cuando se cercioraron de la veracidad del relato de los embajadores, en el sentido de que los hechos se habían desarrollado tal y como aquellos les dijeron, se produjo un amotinamiento entre los habitantes de la ciudad, que intentaron apedrear y apalear al responsable del degüello de los legados: sin duda él tenía la culpa de su perdición. Así pues, apenas logró superar el difícil trance, pidió a los ciudadanos que se le permitiera marchar como embajador ante César: él en persona le daría satisfacción. Obtenida la autorización, después de salir de la ciudad se puso a reunir una partida y, una vez que logró juntar un buen número de seguidores, consiguió introducirse de noche en la ciudad mediante engaños y realizó una gran matanza; y, una vez eliminados los dirigentes que se habían mostrado contrarios a su postura, retomó de nuevo el control de la ciudad. Pasado un tiempo, unos esclavos fugitivos nos enteraron de la puesta en venta de las posesiones de los ciudadanos y de la promulgación de un edicto en el sentido de que no se le permitía a nadie abandonar el campamento, excepto si iba desarmado, como consecuencia de que, a partir de la caída de Ategua, eran muchos los que, aterrorizados de miedo, huían hacia Beturia; y que no tenían a la vista ninguna esperanza de victoria y que si alguno de los nuestros se pasaba a su bando, era enrolado entre la infantería ligera y no recibía mas que siete denarios al mes. (Trad. de J. Calonge y P. J. Quetglas, Gredos)
Documentación Gráfica
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