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Análisis de las Fuentes Literarias de HISPALIS IVLIA ROMVLA
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Cita de Autor
Cicero, Ad Aticum, 10, 32, Mueller
Texto
32. Scr. Cordubae VI Id. lun. a. 711 (43). C. ASINIUS POLLIO CICERONI. Balbus quaestor magna nuinerata pecunia, magno pondere auri, maiore argenti coacto de publicis ex actionibus, ne stipendio quidem militibus reddito duxit se a Gadibus et triduum tempestate retentus ad Calpen K. lun. traiecit sese in regiium Bogudis plane bene peculiatus. His rumoribus utrum Gadis referatur an Romam (ad singulos enim nuntios turpissime consilia mutat), nondum scio. Sed praeter furta et rapinas et virgis caesos socios haec quoque fecit, ut ipse gloriari solet, eadem quae C. Caesar: Ludis, quos Gadibus fecit, Herennium Gallum histrionem summo ludorum die anulo aureo donatum in XIIII sessum deduxit (tot enim fecerat ordines equestris loci); quattuorviratum sibi prorogavit; comitia biennii biduo habuit, hoc est renuntiavit, quos ei visum est; exsules reduxit non horum temporum, sed illorum, quibus a seditiosis senatus trucidatus aut expulsus est Sex. Varo procos. Illa vero iam ne Caesaris quidem exemplo, quod ludis praetextam de suo itinere ad L. Lentulum procos. Sollicitandum posuit, et quidem, cum ageretur, flevit memoria rerum gestarum commotus; gladiatoribus autem Fadium quendam, militem Pompeianum, quia, cum depressus in ludum bis gratis depugnasset, auctorare sese nolebat et ad populum confugerat, primum Gallos equites immisit in populum (coniecti enim lapides sunt in eum, cum abriperetur Fadius), deinde abstractum defodit in ludo et vivum conbussit, cum quidem pransus nudis pedibus, tunica soluta, manibus ad tergum reiectis inambularet et illi misero quiritanti: 'C. R. natus sum' responderet: 'Abi nunc, populi fidem implora'; bestiis vero civis Romanos, in iis circulatorem quendam auctionum, notissimum hominem Hispali, quia deformis erat, obiecit. Cum huiusce modi portento res mihi fuit. Sed de illo plura coram; nunc, quod restat, quid me velitis facere, constituite. Tris legiones firmas habeo, quarum unam, XXVIII, cum ad se initio belli arcessisset Antonius hac pollicitatione, quo die in castra venisset, denarios quingenos singulis militibus daturum, in victoria vero eadem praemia quae suis legionibus (quorum quis ullam finem aut modum futurum putabit?), incitatissimam retinui aegre mehercules nec retinuissem, si uno loco habuissem, utpote cum singulae quaedam cohortes seditionem fecerint. Reliquas quoque legiones non destitit litteris atque infinitis pollicitationibus incitare. Nec vero minus Lepidus ursit me et suis et Antoni litteris, ut legionem XXX mitterem sibi. Itaque, quem exercitum neque vendere ullis praemiis volui nec eorum periculorum metu, quae victoribus illis portendebantur, deminuere, debetis existumare retentum et conservatum rei p. esse atque ita eredere, quodcumque imperassetis, facturum fuisse, si, quod iussistis, feci. Nam et provinciam in otio et exercitum in mea potestate tenui, linibus meae provinciae nusquam excessi, militem non modo legionarium, sed ne auxiliarium quidem ullum quoquam misi et, si quos equites decedentes nactus sum, supplicio adfeci. Quarum rerum fructum satis magnum re p. salva tulisse me putabo; sed, res p. si me satis novisset et maior pars senatus, maiores ex me fructus tulisset. Epistolam, quam Balbo, cum etiam nunc in provincia esset, scripsi, legendam tibi misi; etiam praetextam, si voles legere, Gallum Cornelium, familiarem meum, poscito. VI Idus Iun. Corduba.
Traducción
32. (Córduba, 8 de junio del 43) Gayo Asinio Polión a Cicerón. El cuestor Balbo, después de haber reunido una gran suma en efectivo, una respetable cantidad de oro y una más importante de plata a partir de los impuestos públicos, sin siquiera pagar la soldada al ejército, se retiró de Gades y, tras haber estado retenido por las tormentas tres días junto a Calpe se trasladó el día primero de junio al reino de Bogud bastante bien pertrechado económicamente. Yo no sé todavía en medio de estos rumores si va a volver a Gades o a Roma, pues cambia de opinión sin ninguna vergüenza en absoluto ante cada uno de los mensajeros. Pero además de robos, rapiñas y aliados golpeados a palos, también ha hecho lo siguiente —las mismas cosas que Gayo César, como personalmente acostumbra a vanagloriarse—: durante los juegos que organizó en Gades regaló al actor Herenio Galo un anillo de oro el último día de esta celebración, y lo llevó a sentar entre los catorce (pues tantos eran los órdenes ecuestres que había nombrado en el lugar); se prorrogó en el cargo del cuatorvirato; celebró los comicios durante dos días cada año, es decir, proclamó a los que le vino bien, hizo volver a los exiliados, no a los de esta época, sino a los de tiempos anteriores, cuando el Senado había sido aplastado y desterrado por estos revolucionarios, durante el consulado de Sexto Varo. Pero ni siquiera ha seguido el ejemplo de César en estas otras cosas: durante la celebración de los juegos encargó la representación de una pretexta acerca de su misión de intentar influir en el procónsul Lucio Léntulo, y además, mientras se representaba, lloró conmovido por el recuerdo de sus hazañas. Por otra parte, estaba un tal Fadio, soldado pompeyano, quien habiendo caído en una escuela de gladiadores y luchado dos veces gratuitamente, sin embargo, no quería firmar un compromiso y había buscado refugio entre el pueblo; en un primer momento, Balbo envió a los jinetes galos contra las gentes del pueblo (pues le habían lanzado piedras en su contra, mientras Fadio se escapaba), y después, tras llevárselo por la fuerza, lo enterró en el suelo de la escuela y lo quemó vivo, mientras que él, después de comer, con los pies desnudos, la túnica sin ceñir y las manos a la espalda, se paseaba por allí y a este desgraciado, que gritaba: “soy ciudadano romano”, le respondía “vete ahora a pedir la protección del pueblo”. Ha echado a las bestias a ciudadanos romanos, entre ellos a un habitual de las subastas públicas, una persona muy conocida de Híspalis, porque era deforme. Con un monstruo de esta calaña tengo que vérmelas. Pero acerca de él te hablaré más cosas cuando estemos cara a cara. Ahora, lo que es importante: decidid vosotros qué queréis que haga. Dispongo de tres sólidas legiones, de las cuales una, la Vigesimoctava, quedó tan excitada que a duras penas, por Hércules, la pude retener, puesto que Antonio se había acercado a ella al comienzo de la guerra bajo la promesa de que el día que llegase al campamento le entregaría a cada soldado quinientos denarios, y en caso de victoria, las mismas recompensas que a sus propias legiones (¿quien pensó que las promesas de Antonio iban tener algún límite o medida?). Y no habría retenido esta legión si la hubiera mantenido en un solo emplazamiento, porque algunas cohortes protagonizaron por su cuenta un levantamiento. Tampoco dejó Antonio de incitar a las restantes legiones con cartas y promesas infinitas. Ni Lépido por su parte ha dejado de presionarme con cartas suyas y de Antonio para que le enviara la Trigésima legión. Así pues, debéis considerar que este ejército, al que no he querido vender por ninguna recompensa ni he querido debilitarlo por el miedo ante los peligros que le habían sido pronosticados si aquellos eran vencedores, se ha mantenido y conservado al lado de la República, y debéis creer que yo habría cumplido cualquier orden que hubiérais dado, al ver que he cumplido lo que me ordenasteis. En efecto, he mantenido a la provincia en paz y al ejército bajo mi autoridad y en ningún momento he salido de los límites de mi provincia, no he enviado a ningún sitio a ningún soldado, y no sólo de los legionarios, sino ni siquiera de las tropas auxiliares, y si he apresado algunos jinetes intentando desertar les he aplicado un castigo. Pensaré que estas actuaciones mías han dado un gran fruto si la República está a salvo; pero si la República y la mayor parte del Senado me hubieran conocido lo suficiente, habrían sacado de mi mayores frutos. La carta que he escrito a Balbo cuando todavía él estaba en la provincia, te la he enviado para leerla; y si quieres asimismo leer la pretexta, pídesela a Cornelio Galo, que es amigo mío. Córduba, 8 de junio. (Trad. A.I. Magallón García, Gredos)
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