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Análisis de las Fuentes Literarias de ILIPA ILIA
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Cita de Autor
Livio, 35, 1 Flamstead Walters, C. et Seymour Conway
Texto
[1] Principio anni quo haec gesta sunt, Sex. Digitius praetor in Hispania citeriore cum ciuitatibus iis quae post profectionem M. Catonis permultae rebellauerant crebra magis quam digna dictu proelia fecit et adeo pleraque aduersa ut uix dimidium militum quam quod acceperat successori tradiderit. nec dubium est quin omnis Hispania sublatura animos fuerit, ni alter praetor P. Cornelius Cn. f. Scipio trans Hiberum multa secunda proelia fecisset, quo terrore non minus quinquaginta oppida ad eum defecerunt. praetor haec gesserat Scipio: idem pro praetore Lusitanos peruastata ulteriore prouincia cum ingenti praeda domum redeuntes in ipso itinere adgressus ab hora tertia diei ad octauam incerto euentu pugnauit, numero militum impar, superior aliis; nam et acie frequenti armatis aduersus longum et impeditum turba pecorum agmen et recenti milite aduersus fessos longo itinere concurrerat. tertia namque uigilia exierant hostes; huic nocturno itineri tres diurnae horae accesserant, nec ulla quiete data laborem uiae proelium exceperat. itaque principio pugnae uigoris aliquid in corporibus animisque fuit, et turbauerant primo Romanos; deinde aequata paulisper pugna est. in hoc discrimine ludos Ioui, si fudisset cecidissetque hostes, praetor uouit. tandem gradum acrius intulere Romani cessitque Lusitanus, deinde prorsus terga dedit; et cum institissent fugientibus uictores, ad duodecim milia hostium sunt caesa, capti quingenti quadraginta, omnes ferme equites, et signa militaria capta centum triginta quattuor; de exercitu Romano septuaginta et tres amissi. pugnatum haud procul Ilipa urbe est: eo uictorem opulentum praeda exercitum P. Cornelius reduxit. ea omnis ante urbem exposita est potestasque dominis suas res cognoscendi facta est; cetera uendenda quaestori data; quod inde refectum est, militi diuisum.
Traducción
1. A comienzos del año en que ocurrieron estos hechos Sexto Digirio, pretor en la Hispania Citerior, libró una serie de batallas más numerosas que memorables contra gran cantidad de ciudades que se habían sublevado después de la marcha de Marco Catón. La mayoría de las batallas fueron tan poco afortunadas que entregó a su sucesor apenas la mitad de los soldados que había recibido. Y está fuera de duda que toda Hispania habría tenido ánimos para sublevarse de no ser porque el otro pretor, Publio Cornelio Escipión, hijo de Gneo, libró con éxito muchas batallas al otro lado del Ebro provocando tal pánico que se pasaron a él no menos de cincuenta plazas fortificadas. Estas acciones las llevó a cabo Escipión cuando era pretor. Ya como propretor atacó a los lusitanos cuando marchaban de vuelta a su país con un botín muy cuantioso tras haber devastado la provincia ulterior. Libró un combate de resultado incierto desde la hora tercera hasta la octava; estaba en inferioridad numérica pero llevaba ventaja en otros aspectos, pues combatió con hombres en formación compacta frente a una columna estirada y obstaculizada por el tropel de animales, y con soldados descansados frente a otros agotados por la prolongada marcha. El enemigo, en efecto, había salido al tercer relevo de la guardia, y a la caminata nocturna se había añadido otra de tres horas durante el día, sucediendo el combate a la fatiga de la marcha sin haber tenido ni un instante de reposo. Por consiguiente, al comienzo de la batalla tenían algunas fuerzas físicas y anímicas, y en un principio crearon desconcierto entre los romanos; después, la lucha se fue nivelando gradualmente. En esta comprometida situación el pretor prometió con voto unos juegos a Júpiter si derrotaba y hacia trizas al enemigo. Al fin los romanos pusieron mayor brío en su empuje y los lusitanos cedieron terreno y luego emprendieron una franca huida; los vencedores persiguieron de cerca a los que huían, y resultaron muertos en torno a los doce mil enemigos, cayeron prisioneros quinientos cuarenta, casi todos jinetes, y se capturaron ciento treinta y cuatro enseñas militares. El ejército romano perdió setenta y tres hombres. La batalla se desarrolló no lejos de Ilipa, ciudad a la que regresó Publio Cornelio al frente de su ejército victorioso y cargado de botín. El botín quedó todo expuesto delante de la ciudad, y se ofreció a los propietarios la posibilidad de identificar sus pertenencias; se le entregó al cuestor y lo que quedó para su puesta en venta, y el producto de la misma fue repartido entre los soldados. (Trad.: Villar Vidal, J. A., Gredos)
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