Arquitectura Pública Monumental en CARMO - Nivel II: Otras Construcciones

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Tipo Descripción

Muralla

La última estructura que define el carácter arquitectónico público monumental es el recinto amurallado, con unos 3600m de perímetro y un contorno muy irregular determinado por la topografía de la meseta sobre la que se asentó la ciudad. Las excavaciones practicadas hasta el día de hoy, más de cien, permiten intuir que la ciudad romana delimitada por las murallas ocuparía prácticamente la misma extensión que el casco actual (Anglada y Gómez, 2014, 167-168). El sector mejor conservado se corresponde con el flanco comprendido entre la Puerta de Sevilla y el Postigo, precisamente el flanco más vulnerable y por ende el más fortificado. En este tramo la muralla desaparece intermitentemente de la vista, permaneciendo oculta en el interior de las casas de las calles Barbacana Alta y Torre del Oro, en las que sirve en muchos casos de muro medianero. En este tramo la cerca está constituida por un muro macizo de 2 m de espesor, con una altura máxima de 12 m. Fuera de este sector, la muralla se conserva de manera fragmentaria, dado que la inconsistencia del alcor sobre la que se asentó esta infraestructura ha provocado su desprendimiento en bloque (Anglada y Gómez, 2014, 167-168). Este elemento defensivo contó en época romana con cuatro accesos principales, de los cuales sólo permanecen en pie dos: la puerta de Sevilla y la de Córdoba, seguramente por su mayor solidez. Las otras dos, la norte y la sur, no se han mantenido, y de ellas sólo se conocen vestigios arqueológicos puntuales y algunas fuentes documentales (Anglada y Gómez, 2014, 167-168). La Puerta de Sevilla, es desde un punto de vista arquitectónico, algo más que una puerta de acceso, pues formó parte de un imponente conjunto defensivo de época protohistórica. Por su parte, la de Córdoba, es una obra puramente romana, levantada en tiempos de Augusto o Tiberio, constituida por un muro de sillería almohadillado de unos diez metros de altura, flanqueada por dos torres defensivas de planta octogonal. En su planeamiento inicial esta obra contó con un acceso principal y dos puertas laterales más pequeñas que fueron cegadas en el siglo II d. C. (Anglada y Gómez, 2014, 167-168).
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