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Necropolis de ILIPA ILIA
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Ciudad
Síntesis Funeraria
Los restos arqueológicos descubiertos en las proximidades de Ilipa Magna, hablan de un yacimiento con una intensa vida funcional anterior a la llegada de los primeros colonos romanos, remontándose, según indicios, a los siglos IX-VIII a. C. (Serrano Barrientos, 2007, 355). Según los historiadores locales, esta urbs contó con al menos dos áreas sepulcrales, una primera, posiblemente ubicada al noroeste del núcleo amurallado, entre la Cruz Blanca y la Cuesta del Moro, y una segunda, algo más definida, en las inmediaciones del arroyo Caganchas, c/Mesones y la Angorrilla, distribuida a lo largo de la vía que unía Ilipa con Hispalis (Serrano Barrientos, 2007, 357; Rodríguez, Fernández y Azogue, 2012; Fernández y Rodríguez, 2009, 3069). Las evidencias materiales de la primera área sepulcral están limitadas a una serie de epígrafes diseminados a lo largo de más de un kilómetro, todos ellos descubiertos de manera fortuita durante los siglos XVIII-XIX en adelante. Sólo en la cuesta del Moro se habla de una asociación directa entre una lápida funeraria de mármol, varios elementos decorativos de ese mismo material, fragmentos cerámicos y elementos metálicos, entre los que predominan las monedas (Serrano, 2007, 357). Por su parte, los restos correspondientes a la segunda de esta necrópolis (Fournier Pulido, 2007 y 2010; Fernández y Rodríguez, 2009), pese a no ser tampoco muy numerosos, sí son lo suficientemente significativos como para poder teorizar sobres aspectos como la topografía, tipologías empleadas y ritualidad desplegada. Las estructuras funerarias monumentales se reducen a la existencia de un posible triclinium y varios recintos funerarios. La primera de ellas es datada en la segunda mitad del siglo I d. C. para ser amortizada a inicios del siglo II d. C., muy posiblemente debido a un desbordamiento del arroyo Caganchas (Fournier Pulido, 2010, 3227). Su presencia conlleva importantes connotaciones socioeconómicas, dado que su origen se remonta al mundo helenístico, suponiendo una de las expresiones funerarias más suntuosas de la ritualidad romana, ya fuera a título personal, o colectivo al pertenecer a un colegio funeraticio. El mal estado de conservación de los recintos funerarios sólo permite precisar que, de los tres monumentos existentes, uno de ellos resultó ser más antiguo (número 1), ya que parece que fue amortizado en un corto periodo de tiempo por los otros dos. Todos ellos presentan una prolongación rectangular de su planta, el más arcaico con un aparejo regular de tégulas, frente al material de acarreo empleado en los otros dos, entre los que se divisan varios sillares de calizas conchíferas (Fournier Pulido, 2007, 293 y 2010, 3231). A estos monumentos se unen varios epígrafes funerarios dedicados a Marco Calpurnio Lucio (CIL II, 1088), Maria Ninfa (CIL II, 1099), Lucrecia (CIL II, 1091), Felicula (CIL II, 1097), Cayo Munio Tusculano y Atenia Restituta (CIL II, 1100), algunos de ellos, como así queda reflejado en el formulario, oriundos de la propia ciudad de Ilipa (Serrano Barrientos, 2007, 258). Entre las tipologías más simples, representadas por un total de treinta y nueve ejemplares entre las dos intervenciones realizadas hasta el momento (diez en la primera y veintinueve en la segunda), se detecta una orientación mayoritaria en sentido noreste-suroeste en la calle Mesones, frente a la este-oeste o norte-sur la de la zona de las Angorrilas. Las modalidades existentes van desde las más sencillas, abreviadas como enterramientos en fosa sin ningún tipo de elemento de cubrición, hasta las más elaboradas, definidas como cistas construidas en ladrillos, existiendo entre ambas una modalidad intermedia consistente en deposiciones en fosas excavadas directamente en el firme bajo cubierta de tégulas. El primer tipo, documentado de manera mayoritaria y en exclusividad en la zona de la Angorilla, se define a partir de la existencia de fosas de plantas rectangulares de ángulos y cabeceras redondeados, con paredes divergentes y bases planas (Fernández y Rodríguez, 2009, 3069). La segunda modalidad funeraria se presenta como una cista construida en ladrillos, cubierta de tégulas a doble vertiente, y ocasionalmente, suelo construido del mismo material (Fournier Pulido, 2007, 292 y 2010, 3230). El modelo intermedio, el más empleado en la c/ Mesones, presenta fosas simples de tendencia rectangular, con una sola excepción caracterizada por la existencia de una cista doble, una primera de tendencia antropomorfa en la que sería depositada el individuo, y una segunda superior, idéntica a las demás. En todos los ejemplares la cubierta arbitrada fue la misma, tégulas dispuestas a doble vertiente (Fournier Pulido, 2007, 291 y 2010, 3230). De manera somera se menciona, que junto a los modelos anteriores, se habían descubierto otras tumbas individuales señalizadas mediante hileras horizontales de tégulas (Serrano Barrientos, 2007, 356), e incluso la existencia de un ataúd de plomo bajo cubierta de tégulas a doble vertiente (Fernández y Rodríguez, 2009, 3069). La ritualidad constatada resulta sumamente interesante, dado que en el extremo más noroccidental, con ocupación previa de momentos orientalizantes, se detectó una coexistencia entre enterramientos de cremación e inhumación a finales del siglo I d. C., siendo los segundos relativamente algo más antiguos puesto que en algunos casos éstos fueron amortizados por los primeros (Fernández y Rodríguez, 2009, 3069). Por su parte, en la zona más próxima a la muralla, el análisis antropológico efectuado a los restos óseos de la calle Mesones, datados en momentos finales del siglo II d. C., revelan que nos encontramos ante un área específica destinada a la deposición de nonatos o neonatos (un total de 3 de 10), infantiles (un individuo) y púberes (tres sujetos), posiblemente practicados en el interior de los recintos funerarios antes comentados (Fournier Pulido, 2010, 3230). Los ajuares, en el caso de la zona más alejada, parece que estuvieron compuestos, a falta de una publicación más pormenorizada, tanto por piezas de carácter simbólico -diversos elementos de bronce no catalogados-, como por los objetos propios de los rituales romanos, con una destacada presencia de ungüentarios, lucernas y paredes finas en detrimento de piezas de terra sigillata (Fernández y Rodríguez, 2009, 3069). En el caso de la calle Mesones, esta práctica funeraria resulta bastante infrecuente, muy posiblemente debido al tratamiento social y funerario otorgado a los individuos infantiles sepultados en esta zona. En cualquier caso se pudieron recuperar dos pequeños estuches cilíndricos de plata empleados como posibles tobilleras en la tumba más “suntuosa”, una pequeña ollita de cerámica común, un recipiente de vidrio y una pulsera de bronce (Fournier Pulido, 2010, 3230). Los escasos ajuares conservados se relacionan con los individuos adolescentes en fase de maduración. En definitiva la distribución topográfica de la necrópolis apunta a un primer uso del espacio en torno a mediados del siglo I d. C., durante el cual el mundo funerario convivió con otras actividades suburbiales, concretamente un establecimiento fabril destinado tanto a la producción metalúrgica, como a la fabricación de materiales constructivos y grandes contenedores cerámicos para el transporte del vino y del aceite (Fournier Pulido, 2010, 3225-ss; 2007, 286). Será durante este momento cuando se produzca el primer impulso monumental del área cementerial de la calle Mesones, probablemente en relación con el crecimiento económico de la ciudad, y su puerto. No obstante, estas evidencias sepulcrales rápidamente quedaron amortizadas por la utilización del espacio como vertedero, muy posiblemente por el crecimiento urbanístico de la urbs a costa de los suburbia. La reactivación de esta área cementerial no tuvo lugar hasta mediados del siglo II d. C., con la construcción de una serie de recintos funerarios. A este respecto, los datos extraídos de estos edificios evidencian que estuvieron reservados a neonatos, infantes y adolescentes de corta edad, lo que pudo suponer que este espacio, sometido a constantes desbordamiento del arroyo, estuviera reservado para individuos de baja extracción social, o para los niños, quienes a partir de estas fechas comenzaron a contar con sus propias áreas de enterramiento.
Monumentos
Triclinium, recintos funerarios
Tipologías Sepulcrales no Monumentales
Enterramientos en cistas de ladrillos con cubierta de tégulas a doble vertiente. Enterramientos en fosa con cubierta de tégulas a doble vertiente. Enterramiento sin ningún tipo de cubierta.
Ajuares
Objetos de uso personal, elementos de adorno personal, piezas comunes de cerámica, ungüentarios, paredes finas y lucernas.
Enterramientos Singulares
Posible triclinium
Enterramientos Singulares Nivel II (1)
Escultura Funeraria
No
Epigrafía Funeraria
Sí
Estudios Antropológicos
No posee.
Cronología de la Necrópolis
Presenta una ocupación intermitente, con un primer uso fechado entre el último cuarto del siglo I d.C.-principios del siglo II d. C., para no volver a ser ocupada nuevamente con fines funerarios hasta finales del siglo II inicios del III d. C. (Vaquerizo Gil, 2010: 224).
Repertorio de Consulta
- Fernández Martínez, A. (2007); Carmina latina epigraphica de la Bética romana. Las primeras piedras de nuestra poesía, Sevilla. - Fernández, Á. y Rodríguez, A. (2009), "La necrópolis orientalizante de la Angorrila, Alcalá del Río, Sevilla. Secuencia ocupacional del yacimiento", Anuario Arqueológico de Andalucía, 2004, Vol. I, 3060-3072. - Fournier Pulido, J. (2007), "Aportaciones al conocimiento del área periurbana meridional de la antigua Ilipa Magna. Resultados preliminares de la Intervención Arqueológica Preventiva en c/Mesones nº 40-42-44, Alcalá del río (Sevilla)" Ilipa Antiqua. De la prehistoria a la época romana (Ferrer, E.; Fernández, A.; Escacena, J.L. y Rodríguez, A. Eds.), 283-294. (2010), "Intervención Arqueológica Preventiva en el solar sito en los nº 40-42-44 de la c/Mesones, Alcalá del Río (Sevilla). Aportaciones al conocimiento del área periurbana meridional de la antigua Ilipa Magna", Anuario Arqueológico de Andalucía 2005, 3216-3233. - Rodríguez, O.; Fernández, A. y Rodríguez, A. (2012): "Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla)" Hispaniae Vrbes. Investigaciones Arqueológicas en ciudades históricas (Beltrán, J. y Rodríguez, O. Coord), Universidad de Sevilla, Sevilla, 683-721. - Serrano Barrientos, A. (2007), "Ubicación de las necrópolis de época romana" Ilipa Antiqua. De la prehistoria a la época romana (Ferrer, E.; Fernández, A.; Escacena, J.L. y Rodríguez, A. Eds.), 355-360.
Documentación Gráfica
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