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Musivaria de ITALICA AELIA AVGVSTA
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Conventus
Ciudad
Síntesis Musivaria
Entre los mosaicos de las ciudades del conventus hispalensis destaca, sin duda, el conjunto procedente de Italica, tanto por el número considerable de pavimentos como por su calidad, variedad temática y diversa cronología, aspectos todos ellos que contribuyen al conocimiento de la ciudad. Lamentablemente, los primeros hallazgos a fines del siglo XVIII y en especial en el XIX se perdieron al carecer de la protección adecuada o, como resultado de excavaciones sin rigor científico, fueron cubiertos de nuevo sin consignar datos sobre su localización exacta, aunque en algunas de estas ocasiones se dio al menos la circunstancia de que fueron dibujados antes de ser destruidos u olvidados; mientras otros pavimentos, un grupo numeroso, en particular en el tránsito del siglo XIX al XX, fueron extraídos de su contexto originario, siendo trasladados a museos y colecciones particulares. Los dibujos de los mosaicos perdidos y aquellos otros pavimentos que ilustran los inicios de su conservación en museos y del coleccionismo privado aparecen recogidos en uno de los primeros volúmenes del Corpus de Mosaicos Romanos de España, una obra fundamental sobre los mosaicos italicenses (Blanco Frejeiro, 1978, 15-18). Entre ellos es de destacar los dibujos del célebre mosaico del Circo hallado en 1799 a cargo de Laborde (Blanco Frejeiro, 1978, núm. 43; Mañas Romero, 2011a, núm. 82; Mañas Romero, 2015, 311-318) y de los mosaicos de las Musas, Grande y de Galatea descubiertos por Ivo de la Cortina entre 1839 y 1840, que realizó Demetrio de los Ríos (Blanco Frejeiro, 1978, núms. 40-42; Fernández Gómez, 1998), así como los pavimentos extraídos a finales del XIX, como la veintena de mosaicos excavados por el citado Demetrio de los Ríos entre 1872 y 1874, o el de los tritones de la Calle de Pescadores en 1891 (Campos Munilla, 1897, 14-16; Blanco Frejeiro, 1978, núm. 8; Neira Jiménez, 1994, 359-369) que fue trasladado al Museo Provincial de Sevilla, y otros muchos que suscitaron por parte del entonces Ministerio de Instrucción Pública el encargo de un informe sobre los hallazgos de mosaicos italicenses al comisionado Pelayo Quintero, quien realizó en 1902 una memoria, que se conserva en el Archivo de la Real Academia de la Historia (Mañas Romero, 2011a, 21-22). Pocos años después la Ley de Excavaciones Arqueológicas de 1911 y la declaración de las ruinas de Itálica como Monumento Nacional en 1912 pondrían coto a las excavaciones particulares, si bien dos años más tarde el litigio sobre tres mosaicos hallados en circunstancias ilegales enfrentaría a Dña. Regla Manjón, Condesa de Lebrija, con el Ministerio (Blanco Frejeiro, 1978, núms. 1-3; Mañas Romero, 2011a, 22). En este nuevo marco, los mosaicos descubiertos por el director de las excavaciones de Itálica Andrés Parladé entre 1927 y 1930 y por su sucesor Juan de Mata Carriazo desde 1933 y, décadas después, por José María Luzón entre 1970 y 1974 se conservan in situ en el Conjunto Arqueológico de Itálica y han sido publicados en otro volumen del Corpus de Mosaicos de España (Mañas Romero, 2011a). De las excavaciones en los años 20 y 30, es de destacar la de las denominadas en aquel tiempo Casa de Neptuno, Casa de los Pájaros, Casa del Patio rodio, Casa de las Tabernas, Casa de Hylas y Casa de la Exedra, que tiempo después se reflejarían con la ubicación de sus pavimentos en el plano realizado por Antonio García y Bellido (García y Bellido, 1960), mientras que de las excavaciones de José María Luzón es de resaltar el descubrimiento de pavimentos en el Edificio de Neptuno, la Casa del Planetario y la Casa del Nacimiento de Venus, con la aplicación de una datación estratigráfica. Además, el volumen de Irene Mañas incluye algunos de los mosaicos localizados con posterioridad en varias intervenciones de urgencia llevadas a cabo en Santiponce y otros dos más que han sido redescubiertos en los almacenes del Museo Arqueológico de Sevilla, un fragmento de opus sectile y un fragmentario mosaico de opus tessellatum con representación del Rapto de Europa (Mañas Romero, 2011a, núms. 77-78). En suma, un conjunto musivo que, a tenor de las publicaciones citadas, supera el número de 130 ejemplares, (Mañas Romero, 2009, 180, fig. 1), lo que hace del corpus de Italica uno de los más importantes de la órbita romana. Como ejemplar más antiguo de dicho corpus se documenta un célebre pavimento de opus signinum con la inscripción en la que se menciona el evergetismo de Trahius (Mañas Romero, 2009, nota 4; Mañas Romero, 2011a, núm.76), al parecer un antepasado del emperador Trajano que habría ejercido una magistratura durante la cual se habría erigido un templo, cuya cancela él habría financiado, si bien el epígrafe ha suscitado diversas interpretaciones y muy diferentes cronologías (Caballos Rufino, 1988, 313; Canto de Gregorio, 1999, 175-176; Gómez Pallarès, 1997,126-127; Luzón y Castillo, 2007, 196-197) que van desde el siglo II a.C. a la segunda mitad del I d.C., si bien según Mañas (Mañas Romero, 2011a, 80) la cronología de los dos únicos epígrafes en signina hispanos, del área de Carthago Nova, como testimonio del evergetismo de magistrados en edificios de carácter público, y los criterios estilísticos del signinum italicense podrían ser indicativos de una fecha centrada en la primera mitad del siglo I a.C. Siguiendo criterios estratigráficos en determinados pavimentos antes citados, y la ubicación originaria de otros mosaicos que se perdieron o fueron extraídos y actualmente conservados en colecciones públicas y privadas, parece evidente que un buen número de los mosaicos italicenses proceden de casas de peristilo de la ampliación adrianea, la denominada nova urbs (Mañas Romero, 2009, fig. 2), aunque también se documentan pavimentos en el siglo III y en el IV, que reflejan la vitalidad de la ciudad más allá del auge de los Antoninos. Entre los pavimentos de la ampliación adrianea, es de destacar el conjunto musivo del denominado edificio de Neptuno, llamado así por la representación principal del célebre mosaico figurado (Blanco y Luzón, 1974, 12, nota 5, lám. II b), con un gran área termal interpretada en los últimos años como balneum de carácter semipúblico (García Entero 2005, 719), donde, además de varios pavimentos con motivos geométricos blanquinegros y dos figurados, durante la excavación del lecho del célebre mosaico del Triunfo de Neptuno salió a la luz un bronce cuya emisión se sitúa entre el 134-138, en el final del reinado de Adriano (Blanco y Luzón 1974, 9), ofreciendo una datación post quem evidente. A este respecto, los pavimentos de este edificio, los italicenses más tempranos de la época imperial junto con otros mosaicos de las Termas Mayores y de la Casa de la Exedra (Mañas Romero, 2011a, núms. 1-5), atestiguan la influencia de los modelos itálicos, tanto en los diseños geométricos como en las representaciones figuradas, sea el caso de la lucha entre pigmeos y grullas en un contexto nilótico de la ancha orla que bordea el campo figurado del mosaico de Neptuno, sea el caso de la representación del triunfo del dios, una de las escenas más documentadas en la musivaria romana, que siguiendo la característica disposición de este tipo de escenas en los mosaicos de la Península Itálica, en particular campanos y ostienses (Becatti, 1961, núm. 70; Clarke, 1979, 26-27, 71-72; Neira Jiménez, 1996, 555-576; Neira Jiménez, 2002, núm. 45), reproduce de cara al exterior un thiasos marino de varios monstruos, híbridos fruto de la fantasía, y dos centauros marinos en torno a la imagen principal del dios, triunfante sobre un carro tirado por dos hipocampos que avanza hacia la derecha, si bien tanto la combinación de ambas escenas figuradas en un mismo mosaico, inédita en la musivaria del Imperio, como la policromía de la escena central, propia de la musivaria hispana (Neira Jiménez, 1997a, 487), reflejan una cierta libertad y una gran capacidad de adaptación por parte de los artesanos mosaístas que desarrollaron su actividad en este edificio italicense. En el contexto de la nova urbs, se encuentra también otra serie de ejemplares musivos con características homogéneas que conforman la denominada escuela del Medio Guadalquivir (Mañas Romero, 2009, 186-191, fig. 4). Se trata de los pavimentos de opus tessellatum hallados en la Casa de los Pájaros, en la que es de resaltar el mosaico que da nombre a la domus, con un magnífico repertorio ornitológico cuyo modelo estaría inspirado en las imágenes de manuscritos científicos, y la Casa de Hylas (Mañas Romero, 2011a, núms. 14-24, 39-48), así como un buen número de los descontextualizados que se conservan en el Museo Arqueológico de Sevilla y en la colección de la Condesa de Lebrija y la colección Ibarra, en cuya imagen actual se aprecia la restauración y añadidos efectuados (Blanco Frejeiro 1978, núms. 1-5, 9-14). En contraste con el grupo anterior, estos pavimentos se caracterizan por el empleo de la policromía, por la compartimentación geométrica del campo musivo, no obstante en torno a un motivo central, que testimonia de nuevo la adecuación local de esquemas foráneos, con paralelos evidentes en la musivaria del Norte de África, en particular la achollitana, en torno al 150-175 d.C. (Gozlan, 1992, 285-300; Mañas Romero, 2009, 191, nota 41), por la profusión de motivos vegetales y por la elección entre los temas figurados de representaciones alegóricas de la prosperidad y la abundancia – las Estaciones, Tellus, -así como de leyendas mitológicas, entre las que destacan las alusivas al escenario báquico y a los amores de Zeus. También de la segunda mitad del siglo II, a juzgar por el hallazgo en el mortero de un muro de una moneda de plata de Antonino Pío acuñada en torno al 155-156 d.C., datan los pavimentos de opus tessellatum de la Casa del Planetario (Mañas Romero, 2011a, núms. 60-66), donde no obstante se refleja con nitidez las conexiones con la musivaria del Norte de África, tal y como se puede apreciar en el esquema compositivo del conocido mosaico de los Planetas, muy similar al mosaico de las provincias de Thysdrus (Slim, 1997, 181-193; Mañas Romero, 2009, núm. 63), y en la decoración vegetal, sea la corona de laurel de hojas triangulares enmarcando las personificaciones de los Planetas, sea la línea de palmetas invertidas, cuyo uso original como decoración de orla se ha atribuido también a talleres thysdritanos (Mañas Romero, 2009, 193). A la segunda mitad del siglo II d.C., según criterios estilísticos, parece pertenecer también, entre otros dignos de ser destacados, los pavimentos de la denominada Casa Palacio o Casa Segunda de Demetrio de los Ríos, una de las domus con mayor número de mosaicos, la mayoría geométricos, excavados en 1874, si bien desgraciadamente perdidos los once poco tiempo después (Mañas Romero, 2011a, núms. 49-59). Se trata de los mosaicos que pavimentaban una domus de planta muy diferente a las documentadas en Italica, con tres patios columnados desde los que se accedía al triclinium principal, situado en el centro. En dicha estancia, numerada como X en el plano de Demetrio de los Ríos (Fernández Gómez, 1998, lám. 30), es donde se documentó, con dibujo a color de José Amador de los Ríos, el mal denominado mosaico de Galatea o de Meleagro y Atalanta (Celestino Angulo, 1977, 361-366), al identificar erróneamente a los protagonistas de las escenas mitológicas representadas, siendo después identificada la figura del octógono central de cuatro lados curvos como representación de la Venus armada, los protagonistas del octógono superior como Venus y Adonis y los del inferior como Eros en su lucha, no contra el monstruo plasmado en el dibujo, sino contra Pan, una escena de gran simbolismo presente en ejemplares de Colonia Patricia (Blanco Frejeiro, 1978, núm. 42; Mañas Romero, 2011a, núm. 59), en compañía de otras dos figuras relacionadas con el mundo báquico, cuatro representaciones de Estaciones bajo la forma tanto de Horae - Primavera y Verano - como de kairoi – Otoño e Invierno-, y varias aves en el resto de los medallones que ocupan el tapiz longitudinal de la T, completada en la cabecera con una escena rectangular de cacería e idéntico diseño geométrico en los ángulos, mientras el espacio en U aparece decorado con una composición ortogonal bien conocida de círculos secantes formando flores cuatripétalas lanceoladas sobre fondo negro y cuadrados de lados cóncavos (Balmelle et alii, 1985, 237,a). Ya en el siglo III, todavía en el recinto de la ampliación adrianea, se sitúa uno de los pavimentos en opus sectile resultado de la repavimentación de una estancia de la Casa de la Exedra, cuyos paralelos se encuentran de nuevo en el Norte de África, en este caso en la Casa de Jasón Magno en Cirene (Mingazzini, 1966, 44-46) y en la Casa de la Cascada en Utica (Alexander, 1973, núm. 59), ambas de época de los primeros Severos, y dos de los cuatro mosaicos de la Casa del Nacimiento de Venus, fechados por el hallazgo de cuatro monedas de Claudio II encontradas sobre uno de los pavimentos ante 270 d.C. (Canto de Gregorio, 1976, 293-306; Mañas Romero, 2011a, núms. 71-72). Sin duda, el fragmentario pavimento cuyo tema figurado da nombre a la Casa es uno de los mosaicos más interesantes entre los descubiertos en Italica, al mostrar una compleja representación del nacimiento de la diosa, que como novedad incluye figuras alusivas al origen de su génesis, a consecuencia de la mutilación de los genitales de su padre Urano por parte de Crono, miembros del thiasos marino, habituales en las escenas del triunfo de la Venus marina, como son las nereidas, no obstante identificadas por nombres en griego de ninfas ajenos al repertorio de nombres de nereidas, Arethusa y Amymone (Neira Jiménez, 1992, 1013-1023), los Vientos, de los que se conserva Euros, decisivos en la travesía mitológica hacia la isla de Citera y otras representaciones de simbolismo astral en el tapiz anexo, fragmentarias figuras de los siete planetas, de los tempora anni y las figuras de jinetes a caballo (Neira Jiménez, 2010, 102-103, 114-117, figs. 123-126, 140-141). En suma, un gran himno a la diosa, tanto en su advocación marina como estelar en una gran sala de recepción, que por su carácter único atestigua la pervivencia de la privata luxuria de uno de los miembros de las elites urbanas en el siglo III, más allá del célebre e indiscutible auge del siglo II y en particular durante el largo gobierno de los Antoninos. La producción musiva de Italica a finales del siglo III y principios del IV está atestiguada, entre otros, por mosaicos como los citados de la segunda fase de la Casa del Nacimiento de Venus (Canto de Gregorio, 1976, 298-306; Mañas Romero, 2011a, núms. 69-70) y, según criterios estilísticos, por otros pavimentos, si bien perdidos, como el célebre del Circo (Celestino Angulo, 1977, 375-381; Blanco Frejeiro, 1978, núm. 43; Mañas Romero, 2011a, núm. 82), al que, como hallazgo musivo más antiguo en Italica, aludíamos al principio de estas líneas. El mosaico del Circo se fecha de modo unánime a principios del siglo IV por las similitudes que la composición de medallones tangentes flanqueando los lados mayores del edificio representado desde una perspectiva cenital y las representaciones de xenia en el fondo, reflejan como influencia de los talleres del área de Carthago, una datación similar a la de otras representaciones de circo en mosaicos hispanos, como los de Barcelona, Gerona, Parada (Sevilla) (Mañas Romero, 2011a, 87) y más recientemente Astigi (López et alii, 2010, 247-288). A juzgar por los dibujos que no obstante difieren entre sí (Mañas Romero, 2015, 311-318), el mosaico italicense era rectangular y estaba bordeado por una gran orla dividida entre 36/48 cuadros decorados con diferentes motivos geométricos, en torno a un campo compuesto por un tapiz en U con 36 medallones en dos filas, que aparecían decorados con los bustos de las Musas, bien identificadas con sus nombres propios mediante inscripciones, las Estaciones, bajo la forma de karpoi, y una serie de animales, un centauro y una corona de hojas y frutos que han sido identificados como emblema de constelaciones (Mañas Romero, 2011b, 615-630), mientras en el espacio en forma de T aparecía la representación cenital de un edificio circense, muy lagunoso, donde se apreciaba, no obstante, el graderío y las carceres, así como la arena en la que se disputaba una carrera, con dos bigae tras sufrir un naufragium, con la intervención de los circensi um ministri en la pista, y la presencia del juez con la mappa y un sparsor. También se apreciaba en uno de los extremos el muro de opus quadratum y una aedicula triangular, en cuyo interior parece haberse situado el editor ludi, y detrás un espacio cerrado, quizá uno de los ambulacra del circo, en los que se preparaba a los caballos antes de su salida a escena, como dato singular del mosaico italicense, al tiempo que en el extremo opuesto, unas líneas semicirculares parecen aludir a las gradas, en cuyas proximidades se encuentran dos varones desnudos con vegetales y algunos recipientes, acompañados de dos epígrafes -MAS/CEL y MAR (vacat) CIA/NVS - que fueron interpretados como nombres de los mosaístas o de los triunfadores, esta última la hipótesis más verosímil a tenor de la ausencia de forma verbal y la posibilidad de que los vegetales y recipientes citados fueran en realidad trofeos (Mañas Romero, 2011a, 89). En suma, una de las pocas representaciones de la vida cotidiana en mosaicos de Italica y del conventus hispalensis y en concreto de los espectáculos celebrados en el ámbito urbano, tan frecuentes en otras zonas del Imperio como las provincias del Norte de África. No obstante, no es el único de este tema del que tenemos noticia, ya que aun igualmente perdido, de nuevo el hallazgo, si bien muy fragmentario, a cargo de Ivo de la Cortina en 1838 fue dibujado por José Amador de los Ríos e incluido en las ilustraciones de la obra de Demetrio de los Ríos bajo la denominación de Mosaico de Itálica vulgarmente apellidado “el Grande” (Blanco Frejeiro, 1978, núm. 41, lám. 76). A tenor del dibujo, eran visibles en el campo figurado de forma cuadrada los bustos de las Estaciones, algunos muy deteriorados, en los medallones situados en los ángulos y contrapuestos de cara al interior dos aurigas victoriosos, uno de frente sobre una cuadriga y otro sobre una biga, mientras en el cuadro figurado del tapiz yuxtapuesto se conservaban muy fragmentarias tres figuras identificadas por sendas inscripciones, VENUS entre TVLIA y …PRO, interpretados como los propietarios de la domus, quienes, junto a la diosa del amor como símbolo de su status matrimonial, habrían pretendido dejar así huella de su existencia en la memoria, incluyendo su nombre en los mosaicos de su residencia, tal y como se documenta por parte de otros personajes influyentes de la sociedad en los mosaicos romanos (Neira Jiménez, 2007, 263-290) y, al tiempo, como dato más sobresaliente, constancia de su evergetismo, ya que las citadas escenas alusivas a los ludi circenses y, en concreto, las imágenes de aurigas victoriosos reflejarían la celebración real de unos espectáculos que habrían tenido lugar en el circo gracias al patrocinio de los representados. La diversidad e importancia del conjunto musivo de Italica reside además en la documentación también de opus sectile de varios periodos, habiéndose fechado en el siglo IV uno de los conservados en la colección de la Condesa de Lebrija (Blanco Fejeiro, 1978, núm. 35). Asimismo es de resaltar los dos mosaicos sepulcrales (Blanco Frejeiro, 1978, núms. 33-34), los únicos junto al hallado en Palma del Río procedentes de la Baetica en el conjunto de 33 mosaicos funerarios hispanos fechados entre los siglos IV y VI (Quattrocchi, 2017, 73-98, fig. 1, tav. 1, figs. 4, a-b). Se trata de los mosaicos de Antonia Vetta y Maria Severa, que han sido fechados a fines del siglo IV, el primero con la figura de la niña, supuestamente de 11 años al fallecer – ANTONIA/VETIAVIX/ANN…MVIII - sentada entre dos cirios como en los mosaicos del Norte de África, jugando con una muñeca, rodeada de flores, aves y un cordero, quizás en alusión a sus creencias cristianas, y el segundo – MARIA SEVERA/VIX. ANN. XXX. MENS. V/DIES VIII – con dos pájaros y unas flores, además de peces, cuyos paralelos más próximos se encuentran en los ejemplares de Zaragoza, como influencia en ambos casos del Norte de África (Quattrocchi, 2017, 87-88).
Repertorio de Consulta
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Pavimentos Musivos Destacables (2)
Documentación Gráfica
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