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Musivaria de ASTIGI AVGVSTA FIRMA
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Conventus
Ciudad
Síntesis Musivaria
Entre los mosaicos documentados en ciudades del conventus astigitanus destacan, sin duda, a juzgar por los numerosos y significativos hallazgos de las últimas tres décadas, los pavimentos de su capital, Astigi, la Colonia Augusta Firma fundada por Octavio antes del cambio de Era en la orilla izquierda del río Singilis, principal afluente del Baetis como parte de la nueva organización administrativa de la provincia Baetica, recién creada. No es de extrañar, ya que, además de la importancia per se de su rango como capital del conventus iuridicus astigitanus, cuyo extenso territorio comprendía unas cuarenta y nueve ciudades situadas en parte de las actuales provincias de Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén, la estratégica ubicación de Astigi en el límite superior para la navegación fluvial determinó su extraordinario papel en la exportación a gran escala de aceite de oliva que se producía y prensaba en las propiedades de grandes terratenientes en el territorio del conventus y se envasaba en ánforas fabricadas en alfares a orillas del Singilis, río por el que desde Astigi se transportaba hasta el puerto de Hispalis, donde se realizaba el trasvase a las naves onerarias marítimas para su exportación, logrando el fructífero desarrollo, entre otros, de la Colonia, especialmente entre los siglos I d.C. y mediados del III d.C., según atestiguan las numerosas inscripciones documentadas en la ciudad y en todo el conventus (Chic García, 2001; 2005, 13-46; Campos et alii, 2008, 21-22), así como los restos de ánforas en su destino final en el Monte Testaccio (Blázquez y Remesal, 1999). En este contexto de prosperidad y auge, ligados al sistema de aprovisionamiento imperial, Colonia Augusta Firma Astigi fue, según ha puesto de manifiesto el programa de excavaciones arqueológicas urbanas, una gran colonia de nueva planta, de trazado ortogonal, con un extenso foro, calles pavimentadas, cloacas y red de distribución de aguas, así como edificios destinados a la celebración de espectáculos, con seguridad un anfiteatro, mientras que la epigrafía refleja la existencia de termas, - al menos dos complejos termales confirmados por la arqueología - una porticus y una basilica (Campos et alii, 2008, 21-22; García-Dils, 2015). Pero además en este escenario urbano, donde abundan materiales constructivos y decorativos de máxima calidad en los edificios monumentales, las excavaciones han sacado a la luz también restos de viviendas, en algunos casos incluso un sector de viviendas con tiendas porticadas hacia el cardo maximus en terrenos de la actual Plaza de España, y en particular, pinturas y magníficos pavimentos que decoraban los suelos de sus domus, evidenciando el nítido ascenso de algunos miembros de las elites urbanas astigitanas (López Monteagudo, 2002, 595-626; Campos et alii, 2008, 21-23; García-Dils, 2015). A este respecto, es de resaltar de nuevo los brillantes resultados del programa de excavaciones arqueológicas llevado a cabo en Écija durante las últimas tres décadas, pues en 1982, la fecha de publicación del IV volumen del Corpus de Mosaicos de España, tan solo habían sido descubiertos seis pavimentos (Blázquez, 1982, núms. 1, 10-14), entre los que, junto a los de motivos geométricos, es preciso incidir, ya destacaban acerca del nivel de la musivaria astigitana el mosaico del triunfo de Baco, conservado en el Museo Arqueológico de Sevilla, y el del Suplicio de Dirce, expuesto en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Écija, mientras que en la actualidad el Corpus de mosaicos astigitanos, contando con los hallados intramuros y extramuros, los perdidos y los de opus figlinum, asciende a 94 ejemplares (Vargas et alii, 2017). De su estudio parece desprenderse dos etapas, según López Monteagudo (Vargas et alii, 2017, 19-24). A la primera, que la autora fecha entre finales del s. I y mediados del siglo II, pertenecerían los mosaicos descubiertos en la casa romana de la calle Espíritu Santo y Barrera de Oñate, donde destaca el mosaico báquico con varias escenas entre las que figura el “Tigerreiter”, hoy expuesto en el Museo Municipal de Historia de Écija (López Monteagudo, 2001, 130-146), el mosaico de esquema a compás con el Rapto de Europa (López y San Nicolás, 1995, 424-430), y el fragmentario mosaico con escena de la Ilíada (López Monteagudo, 2001, 130-146), los mosaicos de la casa de la Plaza de Santo Domingo, entre ellos el de la nereidas de la zona termal (Neira Jiménez, 2010, fig.144) - si bien en este caso tanto los paralelos más próximos para la nereida mejor conservada, del tipo 2.2, como para la propia composición, la de un thiasos de nereidas dispuesto de cara al exterior en un gran espacio circular, apuntan a una fecha más tardía entre finales del siglo II y principios del III (Neira Jiménez, 1997b, 378-380, fig. 25; 2002, 72-76, 346) y por tanto a la segunda etapa - y la orla de las aves en el de triángulos concéntricos (Romero et alii, 2004, 3177-3187), los de Océano y la alegoría de la domus en la calle Miguel de Cervantes (López Ruiz, 2005, 301-313), el mosaico de triángulos curvilíneos de la calle del Conde; el mosaico del triunfo báquico de la Plaza de (López Monteagudo, 1998, 179-210) y el recientemente descubierto en la plaza de Armas con Europa y otros episodios de los amores de Zeus (Vargas et alii, 2017, núm. 37). A pesar de que no se documentan repeticiones, algunos de estos pavimentos presentan similitudes en los diseños geométricos, apreciables en particular en cuatro mosaicos (Vargas et alii, 2017, núms. 8, 26, 37 y 40). A la segunda etapa, de época severiana, corresponderían según el citado corpus, el mosaico del Triunfo de Baco conservado en el Museo Arqueológico de Sevilla y el del Castigo de Dirce, así como los pavimentos de las casas romanas situadas en el sector O., el de la alegoría de la Primavera (Núñez Pariente de León, 1991, 494-503), los pavimentos de la casa romana de la calle San Juan Bosco, entre los que destacan el del Rapto de Europa y de Ganimedes (López Monteagudo, 2010b, 367-388), otro del Triunfo báquico y el de los tigres afrontados a una crátera (López Monteagudo, 2001, 130-146), así como otros mosaicos hallados en la calle Cervantes y en la Plaza de Armas, en concreto, el de la interesante doble cabeza báquica, la ménade y el fragmentario de circo (Vargas et alii, 2017, núms. 5-7, 34-35 y 61, respectivamente). Las características iconográficas y técnicas de estos mosaicos llevan a pensar incluso en la existencia de un taller, cuyo rasgo distintivo es la forma de delinear el labio superior de las figuras, con un trazo de color negro. En ambos periodos es de destacar entre los temas figurados el protagonismo de las escenas báquicas, que responden a una gran variedad. Así la imagen del Triunfo del dios en su habitual carro, que gozó de tanto éxito en la musivaria romana, según distintas perspectivas, visto de frente tirado por dos parejas de centauros y centauresas en el pavimento hallado en la Plaza de Santiago; visto de tres cuartos hacia la derecha, tirado por un par de tigresas, acompañado por Ariadna y un sátiro en el conservado en el Museo de Sevilla; y en otro, apenas conservado, del siglo V, que fue hallado en la domus de Océano (Vargas et alii, 2017, núm. 42), además de otras figuras de una ménade, la doble cabeza y otros personajes del cortejo báquico, también en mosaicos con protagonistas de otras leyendas. Sin embargo, es en el gran pavimento llamado del “Tigerreiter”, donde se da una combinación de escenas en el mismo campo musivo que supone un auténtico unicum en la musivaria romana, al plasmar tanto figuras alusivas a la revelación del buen cultivo de la vid, que hallan su paralelo más próximo en un mosaico, no obstante de diferente composición, de Vinon en la Narbonensis (Lavagne, 1994, 238-248), como el célebre “Tigerreiter” y dos miembros del cortejo báquico, una ménade y un sátiro, y los pisadores de uva, escena muy fragmentaria vinculada a las actividades de la vida cotidiana, también documentada en otro gran pavimento recientemente descubierto en Astigi. Asimismo adquieren una gran preeminencia los personajes de otras leyendas mitológicas, cuya representación se documenta por ejemplo en compartimentos situados en una composición que tiene como protagonista la citada imagen triunfal del dios Baco en el mosaico de la Plaza de Santiago, como son, entre los conservados - además de las máscaras teatrales, los miembros del cortejo báquico, figuras de animales y las Estaciones- , los Dioscuros, Orfeo, Narciso y Leda, dando lugar a una combinación única en la musivaria. No obstante, es de resaltar que también figuran como representaciones principales en otros pavimentos. Es el caso de Océano, en dos mosaicos, las nereidas, en un fragmentario pavimento, Dirce y otras personificaciones alegóricas, así como el de Europa, en un mosaico de esquema a compás con un cortejo báquico (López Monteagudo y San Nicolás, 1995, 424-430), en otro en conjunción con una cabeza báquica emergente, del tipo de las hermae de un sátiro niño, y el Rapto de Ganimedes, (López Monteagudo, 2010a, fig. 147), atestiguando asimismo el auge de la representación de los Amores de Zeus, tema de varias de las escenas del gran mosaico descubierto en la Plaza de Armas que pavimentaba el triclinium de una domus, donde, es de resaltar, se documentan algunos de los mosaicos antes citados, como el de la doble cabeza báquica (López Monteagudo, 2008, 255-268), acaso en el tablinum, la ménade, muy fragmentaria, y otro fragmento de pavimento (Vargas et alii, 2017, núm. 37, figs. 70, a-c, y 34-36, respectivamente). A este respecto, el gran mosaico de los “Amores de Zeus” (Fig. 5), que muestra una inusual composición del campo musivo a modo de dos L invertidas y contrapuestas, en la que la superficie de los tapices figurados apenas supera la de los decorados con motivos geométricos, refleja de nuevo la conjunción de escenas báquicas con otras escenas mitológicas, de modo que en un panel rectangular a modo de friso aparece como escena central de nuevo el pisado de la uva a cargo de sátiros, mientras en los extremos destaca en la izquierda una figura femenina recostada y un eros y en la derecha una cabra acercándose a una parra en presencia de dos varones que parecen sorprendidos, al tiempo que en el segundo tapiz figurado destaca la leyenda del Rapto de Europa y, en los recuadros que sirven de marco a tres de sus lados, los bustos de las cuatro Estaciones en los situados en los ángulos y las escenas alusivas a otros “Amores” en los cuatro restantes que se han conservado, uno de los Dioscuros, Leda y el cisne, un sátiro persiguiendo a una ménade y la leyenda de Ganimedes. En este sentido, el protagonismo de las escenas báquicas que, como se puede apreciar, se documenta no solo en aquellos mosaicos de contenido báquico, sino también en el contexto de otras leyendas, parece responder a una tendencia bien atestiguada en la musivaria romana, según la cual el auge de las representaciones de Dioniso/Baco se debe a su concepción como dios civilizador, en cuyo simbolismo, en tanto divinidad triunfante capaz de vencer a los indios y los animales de su entorno, que representaban el mundo de lo salvaje y, por tanto, la barbarie, y en tanto conocedor de los secretos del cultivo de la vid y, por tanto, de la producción de vino, bebida propia de los symposia y banquetes en el mundo civilizado, encuentra uno de sus baluartes fundamentales la ideología del estado romano, razón por la cual es lógico suponer que las elites urbanas, y, en este caso, los miembros de las elites astigitanas seleccionaran y eligieran para decorar un buen número de los pavimentos de sus domus escenas alusivas a la simbología de marcado tono civilizador. Además de las imágenes profilácticas, como la de la máscara de Océano y otras, el resto de representaciones mitológicas, en particular las relativas al castigo de Dirce y los Amores de Zeus reflejan al tiempo el deseo de aquellos miembros de las elites por mostrar su conocimiento y grado de cultura, mientras que tan solo son una excepción los privilegiados que eligieron una escena relacionada con la vida cotidiana como la representación del circo (López Monteagudo et alii, 2010, 248-288), cuyo hallazgo, fragmentario - probablemente en respuesta al deseo de dejar huella en la memoria de un poderoso astigitano sobre su evergetismo (Neira, 2007, 263-290; Neira, 2009, 11-63)- , vino a llenar un gran vacío en la musivaria astigitana y bética.
Repertorio de Consulta
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Pavimentos Musivos Destacables (1)
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